martes, 26 de noviembre de 2013

Novedades en Semillas de Gracia

En esta entrada quisiera compartir algunas novedades en el blog Semillas de Gracia. La primera de ellas es que el blog se muda de sitio.

Por varios años he mantenido el blog en el portal de Blogger, lugar donde originalmente lo inicié. Considero que Blogger ofrece un excelente servicio (gratuito además) para la creación de ésta clase de páginas, sobre todo para gente novata como yo que no sabe nada de programación para la Web. Blogger permite mantener una página de blog sencilla pero elegante, con plantillas fácilmente configurables.

Sin embargo, con el paso del tiempo he llegado a considerar a Semillas de Gracia como algo que es un poco más que un blog en el que comparto meditaciones personales sobre la Escritura. Ahora veo a Semillas de Gracia como una página que ha “crecido” un poco para convertirse en un sitio donde no sólo comparta mis propias meditaciones y pensamientos, sino en el que también pueda compartir o dirigir a los lectores hacia una serie de recursos que considero que no sólo son relevantes o profundos, sino que además puedan ser de utilidad y bendición para los demás.

En otras palabras, mi deseo es que Semillas de Gracia sea una especie de sitio que no sólo incluya mis propias aportaciones, sino que a través del cual pueda compartir sobre citas, artículos, libros y otros blogs -principalmente con una perspectiva Reformada-, los cuales estoy seguro son mucho más valiosos y mejor redactados que mis entradas personales al blog.

Tratando de ejecutar éste pensamiento, eventualmente encontré a Blogger ligeramente limitado para mantener ésta clase de sitio, por lo que finalmente me he decidido mudar a Weebly, sitio que permite una mayor flexibilidad para la creación no sólo de un blog, sino de una página Web (y también es gratuito).

La segunda novedad que quisiera compartir es la integración del blog con las redes sociales. Por la misma razón de que el blog se “actualizará” constantemente con pequeñas contribuciones como el compartir una cita o un artículo o entrada de otro blog, he decidido crear una página de Facebook y una de Google + (la cual en realidad existe ya desde hace algún tiempo) para Semillas de Gracia.

Si alguna persona desea “seguir” el blog o estar al pendiente de cualquier actualización de la página, puede usar cualquiera de éstas dos redes sociales como un medio de recibir información sin necesidad de visitar directamente el sitio.

Por supuesto que extrañaré el sitio de Blogger, por lo que quizás lo actualice de cuando en cuando y definitivamente no lo cerraré. De hecho, aunque planeo “traspasar” las entradas que considero más significativas (revisadas y ligeramente editadas), el nuevo sitio de Semillas de Gracia tendrá un enlace a ésta página que se constituirá “cómo los archivos del blog”. Esto será “transparente” para los que estén siguiendo el blog por medio de alguna red social.

Para mí ha sido una bendición haber creado y mantenido Semillas de Gracia todos estos años y deseo seguir haciéndolo al menos unos años más. Espero que durante todo este tiempo, y por lo que le queda de vida al blog, también haya sido y siga siendo de bendición para otros.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Respuesta a un par de preguntas

El día de ayer puse en la página de Facebook del blog una interesante cita que tomé del libro La Predestinación del autor Ignacio Alonzo. La cual dice:

Aún las obras pecaminosas son previstas, permitidas y controladas de modo que redunden para la gloria de Dios.

A esta entrada en el muro, recibí de un amigo un par de preguntas, las cuales me tomo la libertad de reproducir a continuación:

1) ¿Hermano, entonces puedo decir que mis pecados son predestinados?

ó

2) ¿Las circunstancias son las que han sido previstas y por mi naturaleza peco o no?

A las dos preguntas respondo: 1) Sí y 2) Sí. Con mucho gusto trataré de expandir la respuesta para aclarar porqué respondo "sí" a ambas preguntas. Me gustaría empezar primero citando un par de textos bíblicos:

También hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad (Efesios 1:11)

Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11)

El Capítulo III de la Confesión de fe de Westminster, titulado "El Decreto Eterno de Dios", explica el primer texto de la siguiente manera (el énfasis es añadido):

Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordenó libre e inalterablemente todo lo que sucede.

Cuando la confesión afirma que Dios ordenó todo lo que sucede, en verdad quiere decir TODO, incluyendo los pecados individuales de cada una de los seres creados. Esto incluye no sólo los pecados más "conocidos" de la Escritura, cómo la caída de Satanás, la caída del hombre y la traición y crucifixión de Jesús, sino también nuestros propios pecados individuales que, al parecer, no trascienden en la historia de la humanidad.

En su libro ¡Sí, Jesús!, el profesor Roger Smalling comenta lo siguiente:

Los eventos históricos, buenos o malos en la humanidad, se han desarrollado por la voluntad de Dios. Esto incluye los eventos más importantes, como los más insignificantes.

Luego agrega:

LA REALIDAD ES EL PRODUCTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS.

Comentando el texto de Apocalipsis 4:11 arriba citado, Smalling dice:

Esta afirmación es terminante. Todas las cosas deben su existencia a la voluntad de Dios.
 
Así que la respuesta a la primera pregunta es: Sí, nuestros pecados han sido predestinados. Ahora bien, esto no quiere decir que Dios es responsable o culpable de los pecados de ninguna persona. El mismo Capítulo III de la Confesión agrega a la declaración citada arriba:

Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado, ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece.

Es importante notar el énfasis que la Confesión hace sobre las causas secundarias, las cuales han sido establecidas por el decreto eterno de Dios. La misma Confesión expande esta explicación en el Capítulo IV, llamado "De La Providencia":

Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, quien es la primera, todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente, sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias, sea necesaria, libre o contingentemente.

Lo que la Confesión de Westminster está enseñando es el hecho de que Dios decretó (i.e. estableció) todo lo que ha acontecido, acontece y acontecerá en el mundo, pero lo hizo al decretar "las causas secundarias", por lo que Dios entonces no es el autor directo o responsable de los pecados de las criaturas, mucho menos causante o incitador de estos.

Nuevamente, el libro de Roger Smalling nos ayuda a entender esta verdad de la siguiente manera (énfasis añadidos):

Dios nunca obliga a nadie a pecar. Tampoco se le puede acusar a Dios, en base a su soberanía, de ser el Autor del pecado. Las personas pecan porque tienen naturalezas pecaminosas. 

Sin embargo, nadie puede pecar sin que Dios lo permita. Las Escrituras nos revelan que hasta las mismas circunstancias del acto de pecar están bajo el control soberano divino. En la mano divina está el poder para impedir o permitir el pecado del hombre. El afirmar que Dios no puede impedir que una persona pecara, es igualmente de blasfemo como declarar que Dios es la causa del pecado.

¿Cómo limita Dios el pecado, y controla las circunstancias de su manifestación, sin incurrir la culpa de ser la causa del pecado? 

Cuando un ratón es puesto en una jaula, siempre explora los límites de ella. Raras veces se sienta el ratón en medio de la jaula, porque su ambiente natural es lugares encerrados, como sus túneles, bajo la hierba, etc. Dios lo hizo así. Los ratones están más cómodos cuando están en contra de algo. Si uno quiere ver correr a un ratón en círculos, basta sólo ponerlo en una jaula circular. Sus movimientos son predecibles, sin ninguna violación de su naturaleza o poder para actuar.

Sucede igual con el hombre. Dios controla las acciones pecaminosas de los hombres, con sólo  arreglar el momento y las circunstancias envueltas en el acto. Por Su conocimiento íntimo de la naturaleza y carácter de las personas involucradas, Dios queda en control de todo, sin que nadie pueda inculparle de ser el autor del pecado.

Así que la respuesta a la segunda pregunta también es: "Sí, efectivamente, las circunstancias son las que han sido previstas y por mi naturaleza peco o no". Pero atención: LA RESPUESTA AFIRMATIVA A LA SEGUNDA PREGUNTA NO NIEGA LA RESPUESTA AFIRMATIVA DE LA PRIMERA. Ambas cosas no se contradicen, sino se complementan.

Esto que estoy tratando de explicar (con ayuda de autores muchísimo más inteligentes que yo), es sin duda un misterio, pero del que Dios no nos ha dejado en ignorancia total. Si alguien desea profundizar su estudio de esta verdad, recomendaría ampliamente leer al menos el Capítulo XVIII de  la Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino, titulado "DIOS SE SIRVE DE LOS IMPÍOS Y DOBLEGA SU VOLUNTAD PARA QUE EJECUTEN SUS DESIGNIOS QUEDANDO SIN EMBARGO ÉL LIMPIO DE TODA MANCHA", donde abundan los textos bíblicos que ejemplifican y demuestran esta importante realidad de la soberanía de Dios sobre el pecado del hombre, del cual me gustaría citar la parte final:

Me parece, si no me engaño, que he demostrado con suficiente claridad cómo en un mismo acto aparece la maldad de los hombres y brilla la justicia de Dios; y las personas sencillas se sentirán siempre satisfechas con la respuesta de san Agustín: "Siendo así", dice, “que el Padre celestial ha entregado a la muerte a su Hijo, y que Cristo se ha entregado a sí mismo, y Judas ha vendido a su maestro, ¿cómo es que en este acto de entrega Dios es justo y el hombre culpable, sino porque siendo uno mismo el hecho, fue distinta la causa por la que se hizo?”. Y si alguno se siente perplejo por lo que acabamos de decir, que no hay consentimiento alguno por parte de Dios con los impíos, cuando por justo juicio de Dios son impulsados a hacer lo que no deben, acordémonos de lo que en otro lugar dice el mismo san Agustín: "¿Quién no temblará con estos juicios, cuando Dios obra aun en los corazones de los malos todo cuanto quiere, dando empero a cada uno según sus obras?". Ciertamente en la traición de Judas no hay más razón para imputar a Dios la culpa de haber querido entregar a la muerte a su Hijo y de haberlo realizado efectivamente, que para atribuir a Judas la gloria de nuestra redención por haber sido ministro e instrumento de ella. Por lo cual el mismo doctor dice muy bien en otro lugar, que en este examen Dios no busca qué es lo que los hombres han podido hacer o qué es lo que han hecho, sino lo que han querido; de tal manera que la voluntad es lo que se tiene en cuenta.

Otro excelente material de estudio sobre la soberanía de Dios sobre el pecado de sus criaturas, de manera tal que éstos sirvan a Sus propósitos y para la exaltación de la gloria de Cristo, es el libro de John Piper llamado Pecados Espectaculares, cuya versión en inglés es descargable gratuitamente (hacer click en el enlace). Este libro es excelente, pues además de corto (alrededor de 100 páginas que se pueden leer rápidamente) aborda con una perspectiva pastoral y de consuelo esta gran verdad. La serie de sermones de las cuales se basó Piper para editar ete libro está traducida al español y se puede leer en este enlace. En verdad recomiendo su lectura.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Escuelas Cristianas

Por John Frame

La Escritura deja claro que los padres tienen la obligación de criar a sus hijos en un ambiente que no  solamente esté centrado en Cristo, sino incluso saturado de Cristo. Solamente lea Deuteronomio 6:4-9.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

Por un lado, al explicar mi posición, aclaro que no estoy de acuerdo con ciertos puristas de la educación en el hogar quienes dicen que la Escritura prohíbe cualquier delegación de esta tarea; creo que es más probable que los niños en los tiempos bíblicos fueran comúnmente aprendices de practicantes de varios oficios. Pero es claro que los padres tienen la responsabilidad última de la educación de sus hijos, tanto religiosa como secular, y no deberían permitir que sus hijos vayan a una temprana edad a una escuela que viola sus propios valores fundamentales o que no permite una supervisión paterna sustancial.

Por otro lado, encuentro difícil imaginar cualquier situación en la que los padres puedan justificar enviar a sus hijos a una escuela pública americana. Quizás una completa pobreza financiera pueda ser una justificación, o la total incapacidad de una familia para enseñar a sus hijos en el hogar. Pero las escuelas públicas excluyen cualquier influencia cristiana; en efecto, continuamente falsifican la historia mundial para así negar la inmensa influencia del Cristianismo sobre la civilización. Sin embargo, el día de hoy se dan cuenta (como no lo hacían hace treinta años) que deben comunicar algunos valores. Dichos valores tienden a ser secularmente humanistas, de la Nueva Era, relativistas, ocultistas, etc. Y por supuesto, existen problemas dentro de los sistemas educativos públicos siempre mencionados en los medios: violencia, drogas, educación sexual relativista, embarazos desenfrenados de adolescentes, y otros más.

¿Cómo pueden los padres, bajo tales condiciones, proveer el ambiente saturado de la Palabra de Deuteronomio 6? Aun más, las escuelas públicas (y tristemente, muchas privadas) tienden a tomar cada vez más y más del tiempo del niño. Deportes después de la escuela, actividades enriquecedoras y otras parecidas dejan muy poco tiempo para la iglesia y la enseñanza en el hogar. Sin embargo, un padre cristiano necesitará tiempo: tiempo no solamente para enseñar las Escrituras, sino también para desenseñar los valores aprendidos de la sociedad como un todo, incluyendo maestros y compañeros en la escuela pública. Esta tarea puede ser formidable, y he visto a muy pocos padres que hayan tenido algún éxito del todo en ella.

Concedo que hay maestros cristianos en el sistema de escuela pública, y estoy agradecido por ellos. Ellos son misioneros fronterizos. Es verdad que sus labios continuamente deben cerrarse; eso también es verdad en otras circunstancias donde hay enemigos del evangelio, tales como en los países musulmanes. Pero ocasionalmente tienen oportunidades de hablar a sus colegas y estudiantes acerca de Jesús, y éstas no deben ser menospreciadas. Estas personas deben entender su rol. Su trabajo no es educar niños cristianos. Deberían ser honestos y dirigir a sus amigos cristianos a que envíen a sus hijos a otro lado. En el contexto de la escuela pública nunca podrán tener la esperanza de enseñar a jóvenes cristianos como se debería hacer, al menos mientras mantienen sus empleos. Su trabajo es realizar un servicio para su empleador gubernamental, y en esa situación, presentar, tanto como sea posible, un testimonio de palabra y vida. Hay también maneras sutiles en las que ellos pueden presentar un testimonio, aun en clase. Pueden, por ejemplo, presentar críticas internas de filosofías seculares, mostrando que bajo análisis éstas degeneran en lo irracional. De esta forma, estarán proveyendo un buen servicio intelectual a sus estudiantes, mientras cuestionan toda la ideología secularista. ¡E imaginen al estudiante descubriendo fuera de clase que éste maestro, un escéptico de todos los tipos de pensamiento en el salón de clases, es en realidad un cristiano!

Pero las familias cristianas deben educar a los niños pequeños en escuelas cristianas o en el hogar, mientras sea posible. Digo niños pequeños porque creo que los niños cristianos deben ser educados para la vida en el mundo, no para pasar el resto de sus vidas en un ghetto cristiano. Deben ser educados  de tal manera que serán capaces de ir a escuelas seculares sin sufrir daño, sino más bien como sal y luz en esa situación. En verdad, niveles más avanzados de educación en la mayoría de los campos requerirá una interacción de primera mano con aproximaciones no cristianas.

Cada estudiante difiere de cuando está listo para el estudio secular, o para emplearse en “el mundo”. Algunos serán capaces de manejarlo en la preparatoria, otros en la universidad, otros incluso no hasta llegar a estudios de posgrado. Pero uno no debería ir a una institución no cristiana hasta que está bien fundamentado en la Escritura y en la cosmovisión Reformada para discernir lo que es verdadero y lo falso en la enseñanza no cristiana. Y no debería ir a tal clase de escuela hasta que su carácter cristiano esté bien formado, hasta que sea capaz de decir “no” a las tentaciones de la sociedad no cristiana.

Hay también problemas especiales con universidades y seminarios que profesan convicciones bíblicas pero en la práctica apoyan un criticismo bíblico destructivo, ordenación de mujeres, derechos de los homosexuales y otros aspectos de la agenda liberal. Los estudiantes son fácilmente impresionables, aun en los niveles de universidad y posgrado. Conozco muy pocos alumnos de universidades y seminarios, si es que conozco alguno, que no hayan sido profundamente influenciados por las escuelas a las que han asistido. Conozco muchos jóvenes que han sido enviados a tales escuelas por padres que esperaban que sus valores cristianos sean reforzados, solamente para experimentar que sus corazones sean rotos al mirar a sus hijos ser dirigidos al naufragio espiritual por maestros y compañeros. La lealtad denominacional o confesional muchas veces ha llevado a los padres a ignorar problemas que hubieran percibido fácilmente en escuelas seculares o escuelas de otras denominaciones y tradiciones. Los pastores y ancianos que alientan esta clase de denominacionalismo ciego en detrimento de la fe de los niños tendrán mucho por lo cual responder: 

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar (Mateo 18:6). 

Como podrán ver, esto va más allá de ser quisquilloso acerca de la filosofía educacional.

Pero debemos regresar a la educación de los niños pequeños. Entre las escuelas cristianas y la educación cristiana en el hogar, me inclino a favorecer la segunda, aunque ciertamente hay roles legítimos para cada una. Depende en gran parte de la habilidad y el tiempo de los padres para hacer adecuadamente por ellos mismos la enseñanza. Consideraciones financieras también pueden influir las decisiones en esta área. Mi preferencia por la educación en el hogar se basa en el hecho que los estudiantes pueden proceder a su propio ritmo y a que los métodos de enseñanza se pueden personalizar para cada estudiante. Con una excelente relación maestro-alumno, las debilidades del estudiante pueden ser rápidamente detectadas y corregidas. En los mejores casos, la educación en el hogar educa a los niños a un paso rápido, y con un enriquecimiento que no puede ser igualado en instituciones. En la educación en el hogar, los temas académicos y los valores cristianos se pueden integrar con proyectos de la vida real: los niños pueden participar en el negocio familiar, agricultura, ministerios de varios tipos, todos en el contexto de las relaciones sociales familiares.

La crítica más común de la educación en el hogar es la de que no provee de una socialización adecuada para los niños. Sin embargo, un grupo de soporte cristiano de educación en el hogar (hay uno excelente en mi antiguo hogar en Escondido así como en Orlando) puede proveer de muchas actividades grupales que satisfacen esta necesidad. Aun más, uno tiene que ser muy cuidadoso de cómo los niños son socializados. Nuestra meta para los niños es que ellos se vuelvan adultos piadosos. Proverbios 13:20 dice que el que se junta con necios será quebrantado y que la necedad está ligada al corazón del niño (22:15). Estos principios bíblicos implican que las mejores compañías para crecer a los niños son adultos maduros, no otros niños. Sabemos cuánto daño puede hacerle al niño la presión de los compañeros, aun en ambientes cristianos. Ocasionalmente puede ser benéfica, pero en el panorama completo es detrimente, como Proverbios nos dirigiría a esperar. Este comentario no tiene la intención de justificar ciertas políticas de aislamiento absoluto; eso sería cruel y educacionalmente contraproducente. Si los niños van a estar preparados para el mundo, necesitan ser expuestos al mundo, incluso a la necedad de otros niños. Pero enviarlos a una escuela donde sus principales mentores son otros niños (eso es exactamente lo que sucede en cualquier escuela) puede muy bien ser un error, aun a pesar de que esa escuela sea cristiana.

Más aún, muchas escuelas cristianas tienen muy poca idea de cómo integrar los estudios de los niños con enseñanzas bíblicas. E incluso cuando saben cómo hacerlo en teoría, continuamente negarán este entendimiento por la atmósfera espiritual y ética de la escuela. He conocido escuelas cristianas (¡que profesan la fe Reformada!) en que los niños cristianos son aburridos con la Biblia, en las que su fe se da por sentada, en la que los niños son heridos por otros niños o por maestros por pertenecer a la nacionalidad o denominación equivocada. Conozco una escuela cristiana que tiene la reputación entre sus rivales atléticos por su lenguaje sucio dentro del campo de juego. Y he visto a padres tratando de llamar la atención de la escuela sobre estos problemas solamente para ser despachados sin ninguna consideración seria del asunto. La escuela se rehusó a tomar responsabilidad alguna por el desarrollo del carácter del niño, culpando a las familias e iglesias por todos los problemas de éste. Uno no debe asumir que una escuela será adecuada simplemente porque presume el nombre de “Cristiana”.

Sin embargo, las escuelas cristianas son un “gigante dormido”, potencialmente una de las más grandes armas cristianas en la actual batalla espiritual. Muchas personas están preocupadas por las fallas de las escuelas públicas y están buscando algo mejor. Si los cristianos pueden demostrar que pueden hacerlo mejor al enseñar hechos y valores, las personas sin ningún trasfondo cristiano correrán a su puerta. Esta podría ser la más grande oportunidad evangelística en el tercer milenio. Pero temo que las escuelas cristianas han descuidado grandemente esta oportunidad. Esta es una de las peores fallas de la iglesia moderna; y los Reformados, que han dirigido a las iglesias protestantes hacia el campo de la educación cristiana, deben tomar gran parte de la culpa.

Los ancianos de las iglesias tienen la responsabilidad de dar estos hechos a conocer a sus miembros y apoyar las escuelas cristianas y la educación en el hogar. Los diáconos deben asegurarse de que los niños de familias pobres tengan oportunidad de acceder a una educación cristiana adecuada. Es difícil imaginar cualquier tarea de la iglesia que tenga una prioridad más alta en nuestros tiempos. Tanto la Teología del Pacto como la Gran Comisión requieren una fuerte inversión en la educación cristiana de los niños. Pero primero, nosotros mismos debemos ser educados en cómo y porqué hacerlo.


Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7