miércoles, 16 de junio de 2010

La religión del hombre

La religión del hombre es levantar a la criatura. La religión de Dios es derribar a la criatura en el polvo de la humillación, y glorificar a Cristo.

Por J. C. Philpot. Tomado y traducido del sitio Grace Gems.


jueves, 10 de junio de 2010

Una precisa auto-consideración

Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí (Salmo 51:3).

El pecado vive en un disfraz, razón por la cual es difícil reconocerlo. El hecho de que el pecado luzca tan bueno es una de las cosas que lo hacen tan malo. Para que éste pueda hacer su malvada obra, debe presentarse a sí mismo como algo que es cualquier cosa menos malvado. La vida en un mundo caído es como asistir a la suprema fiesta de disfraces. Un gritar impaciente lleva el disfraz de un celo por la verdad. La lujuria se disfraza como un amor por la belleza. El chisme hace su malvada obra viviendo en un disfraz de interés y oración. El ansia de poder y control lleva la máscara de liderazgo bíblico. El temor al hombre se viste como un corazón de siervo. El orgullo de siempre estar en lo correcto se disfraza como un amor por la sabiduría bíblica. La maldad simplemente no se presenta a si misma como malvada, lo que es parte de su atractivo.

Usted nunca entenderá la prestidigitación del pecado hasta que reconozca que el ADN del pecado es el engaño. Ahora, lo que esto significa personalmente es que como pecadores todos somos unos bastante comprometidos y talentosos estafadores. Todo el tiempo le digo a las personas que nadie es más influyente en sus propias vidas que ellos mismos porque nadie les habla más a ellos de lo que ellos mismos lo hacen. Somos demasiado diestros en mirar nuestro propio mal y ver bien. Somos mucho mejores en ver el pecado, debilidad y fallas de otros que de las nuestras. Somos muy buenos en ser intolerantes de las cosas de otros que de buena gana toleramos en nosotros mismos. El fondo del asunto es que el pecado produce que no nos escuchemos o veamos a nosotros mismos con precisión. Y no sólo tendemos a ser ciegos, sino que, para agravar el problema, también tendemos a ser ciegos a nuestra ceguera.

¿Qué significa todo esto? Significa que una precisa auto evaluación es el producto de la gracia. Es solamente en el espejo de la Palabra de Dios y con la vista que proporciona el Espíritu Santo que somos capaces de vernos a nosotros mismos como realmente somos. En aquellos dolorosos momentos de vernos a nosotros mismos con precisión, podemos sentir como si no estuviéramos siendo amados, pero eso es exactamente lo que está pasando. Dios, que nos ama lo suficiente como para sacrificar a Su Hijo para nuestra redención, obra de manera que nos veamos a nosotros mismos con claridad, de manera que no compremos el engaño de nuestra propia justicia, y que con un humilde sentido de necesidad personal busquemos los recursos de la gracia que sólo se pueden encontrar en Él.

De esta manera, el Salmo 51 es tanto el más triste como el más gozoso de todos los salmos. Es triste que David tenga que confesar lo que tiene que confesar, pero al mismo tiempo el hecho de que esté viendo con precisión, y reconociendo completamente su pecado es motivo para celebrar. Sólo Jesús puede abrir ojos ciegos. Cuando un pecador reconoce con precisión su pecado, los ángeles en el cielo se regocijan, y nosotros también deberíamos.


Tomado y traducido de Whiter than snow, de Paul Tripp.


martes, 8 de junio de 2010

Pensamientos acerca del suicidio

En esta entrada quisiera plasmar algunas ideas o pensamientos que últimamente he tenido acerca del tema del suicidio. Estas ideas las he compartido de manera personal con otras personas, pero quisiera hacer más abierta la discusión. Hago la aclaración que mi forma de pensar acerca de este tema ha cambiado en los últimos años. Mis reflexiones me han llevado a pensar que no es posible ser categóricos en este asunto y permanecer siendo bíblicos. Mi principal intención al escribir esta entrada es seguir meditando para ver si mis conclusiones son bíblicas. Quisiera aprender y entender mucho más de esto.

Sé que esta entrada será bastante polémica, ya que trataré un tema bastante difícil. Pero mi fin no es levantar controversias que no produzcan fruto para crecer en piedad. Más bien, deseo mostrar que la gracia de Dios y Su amor, cómo están revelados en el evangelio, son nuestra única esperanza de salvación, y no el que cometamos o no algunos pecados. Deseo meditar de tal forma que produzca en nosotros un entendimiento bíblico de la vida y de las situaciones que nos ocurren. Por otro lado, admito que no tengo ni la más mínima idea de la oscuridad que siente en su alma una persona que piensa en suicidarse o que comete suicidio. Mucho menos tengo la idea de lo que se siente que un familiar mío esté luchando contra esta clase de pensamiento o que se haya suicidado. Así que quiero ser sensible al dolor de otras personas que sí conocen el problema de primera mano.

Después de esta necesaria aclaración, quisiera abordar el tema en cuestión. El problema lo podemos plantear con diferentes preguntas: ¿Un verdadero creyente podría cometer suicidio? Visto de otra forma: ¿Puede alguien que comete suicidio ser salvo? En general, la cultura evangélica de mi estado y país (espero no generalizar demasiado) considera que sólo los que no son salvos cometen suicidio. Mi conclusión personal es que esta afirmación hecha en términos categóricos es equivocada. Creo que no tenemos base bíblica para afirmar tal cosa. Tampoco quiero afirmar con esto que todos los que profesando ser creyentes cometen suicidio son salvos, sin excepción alguna. En verdad, sólo Dios conoce los corazones y las intenciones del corazón de cada hombre. Creo que ante una situación como ésta, lo mejor es callar y esperar al final de los tiempos, en que la sabiduría de Dios nos permitirá entender claramente este y otros asuntos. Mientras tanto, quisiera compartir algunos textos que han conformado mi forma de pensar en cuanto a este asunto.

1. Creo que la Palabra de Dios enseña que nuestra única esperanza radica en el amor de Dios y el evangelio. Que Dios en Su gracia y misericordia ha perdonado todos los pecados de sus elegidos, incluyendo pasados, presentes y futuros. Con ello, quiero decir que no creo que el perdón de Dios no pueda llegar a cubrir el pecado del suicidio. La siguiente cita me ha ayudado a pensar en ello:

Fue una maravillosa oportunidad. Fui solicitado para participar en una discusión abierta sobre la muerte y el agonizar desde la perspectiva de un paciente. El evento se dio en un colegio de medicina local. Fue la primera situación ministerial en la que he estado en donde me he sentado entre un rabí y dos imanes [un imam o imán es, en términos generales, la persona que dirige la oración colectiva en el islam]....

... La única esperanza que ellos podían ofrecer era la esperanza de que, de alguna forma, de alguna manera, una persona pueda ser lo suficientemente obediente para ser aceptado en una eternidad con Dios. Mientras más hablaban, más hermoso se veía el evangelio.

El momento más significativo de la tarde vino cuando nos preguntaron acerca de qué le diríamos a la familia de alguien que ha cometido suicidio. Fue en este momento en que el evangelio alumbró con mas brillo. Yo dije, "el suicidio no cambia el paradigma. Piensen conmigo: quién de nosotros pudiera yacer en nuestra cama durante las últimas horas de nuestra vida y mirar hacia atrás y decirnos a nosotros mismos que hemos sido tan buenos como una persona puede ser? ¿No es cierto que todos nosotros miraríamos hacia atrás y tendríamos remordimiento sobre cosas que escogimos, dijimos e hicimos? Ninguno de nosotros es capaz de recomendarse a Dios en base a nuestro desempeño. En esta manera, la persona que ha cometido suicidio y la persona que no lo ha hecho son exactamente iguales. Ambos son completamente dependientes en el perdón de un Dios de gracia, para poder tener una esperanza para la eternidad".

Ustedes y yo compartimos identidad con el hipotético hombre suicida tanto como compartimos identidad con el rey adúltero y asesino del Salmo 51. Nuestra única esperanza es una sola cosa - el "firme amor" y su "abundante misericordia" (v. 1)....

Paul David Tripp. En Whiter than Snow (énfasis míos).

Creo que en el momento en que se le hizo la pregunta, Paul Tripp no quiso dar una respuesta de algo que no sabía. Más bien quiso no desviar la conversación , sino enfocarse y afirmar la verdad del evangelio que sí conocía y que tanto atesora. Por lo tanto, no estoy afirmando que Paul Tripp piensa como yo. Creo que su postura no se puede deducir con claridad de este solo texto. Sin embargo, les comparto esta cita, ya que considero que sus afirmaciones nos ayudan a entender más.

2. Afirmar categóricamente que toda persona que comete suicidio no es salva, sólo por el hecho de que cometió este pecado, o porque es un pecado sin perdón, es hacer del suicidio el pecado imperdonable. La Escritura dice:

Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. Mateo 12:31.

3. Creo que afirmar que nadie que es verdaderamente salvo sería capaz de cometer suicidio no es una verdad establecida en la Escritura. Podríamos preguntarnos: ¿sería capaz un verdadero creyente de embriagarse con licor? La Palabra nos enseña que Noé fue capaz (Génesis 9:20-21). ¿Sería un verdadero creyente capaz de mentir y dar a su mujer como esposa a otro hombre con tal de recibir algún beneficio? La Palabra nos enseña que Abraham fue capaz de hacerlo dos veces (Génesis 12:10-20; 20:1-11). ¿Sería un verdadero creyente capaz de cometer adulterio y asesinato? La Palabra nos muestra que David fue capaz de eso (2 Samuel 11). ¿Sería capaz un verdadero creyente de cometer negar a Jesucristo, o de cometer hipocresía en su trato con los hombres? La Palabra nos enseña que Pedro fue capaz de ello (Marcos 14:66-72; Gálatas 2:11-14). Afirmar que un creyente verdadero nunca cometería suicidio es negar la depravación total del hombre, y hacer del suicidio un pecado mayor que otros ya mencionados.

Por otro lado, ¿sería capaz un verdadero creyente de tener pensamientos de que sería mejor no seguir viviendo? ¿Sería capaz un verdadero creyente de desear la muerte antes que seguir viviendo? Veamos un par de ejemplos en la Escritura:

Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 1 Reyes 19:1-4.

Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo:... Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.

Sé que estos ejemplos bíblicos que presento TAMPOCO SON CONTUNDENTES para afirmar que un verdadero creyente sería capaz de cometer suicidio. Pero yo me hago la pregunta, si Jesús afirmó que mirar a una mujer con deseo es igual a adulterar físicamente con ella (por lo que uno no es peor que el otro), y que airarse contra nuestro prójimo es igual que asesinarlo (por lo que uno no es peor que el otro) no será posible entender que el desear morirse y el suicidarse de hecho son pecados iguales? John MacArthur dice:

Aun más, alguien que repetidamente considera suicidarse está practicando pecado en su corazón.... (Referencia)

Creo que nuestra postura debe ser la que John MacArthur propone en la referencia citada:

Así que si bien es posible que un verdadero creyente cometa suicidio, creemos que es una ocurrencia inusual. Alguien que está considerando el suicidio debería ser retado por sobre todas las cosas a examinarse a sí mismo para ver si está en la fe.


No hagamos de las obras humanas (tanto buenas como malas) aquello en lo que finalmente depende la salvación. Más bien, siempre afirmemos como Paul Tripp, que sólo la gracia de Dios en la cruz del Calvario nos pueda dar perdón, un perdón que cubre todo nuestro pecado. Aprendamos a dar esperanza bíblica a personas o familias que pasan por esta prueba. Dios les bendiga.



Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7