miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los juicios de Jehová son verdad, todos justos


El último título que David utiliza para la Palabra de Dios es “juicios”. Esta palabra se refiere a la sentencia o al veredicto emitido como resultado de juzgar una causa. La Biblia claramente enseña que Dios es el juez de toda la tierra (Gen. 18:25; Salmo 7:11; 50:6; 94:2; Heb. 12:23) y que en el día final Él juzgará las acciones de todos los hombres. En ese contexto, las Escrituras son “los juicios de Dios” porque contiene los veredictos divinos, emitidos desde el tribunal supremo acerca de todas las cosas. Lo que esto significa es que Dios con Su Palabra juzga la forma de vivir del hombre y emite un veredicto. La Biblia es el estándar de Dios para juzgar la vida y el destino eterno de cada persona, incluyéndonos a nosotros.

Esto nos sugiere que no debemos tomar la lectura de la Biblia como algo trivial. ¿Por qué? Sencillamente porque tú vida y mi vida son traídas a juicio cada vez que abrimos la Palabra de Dios y la leemos. Es la espada de dos filos que penetra y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Heb. 4:12). Es el espejo con el cual podemos juzgar o evaluar nuestra vida (Santiago 1:23). Cuando la Biblia nos evalúa debemos escuchar atentamente su veredicto.

Notemos además que estos juicios son “verdad”. La evaluación que Dios hace acerca de la vida es verdad. Ningún juicio que obtengamos de la Biblia será falso. Por eso la Biblia siempre será rechazada, criticada y atacada, pues todos los esfuerzos del hombre están orientados a “detener con injusticia la verdad” (Rom. 1:18). El hombre ha querido dejar a un lado la Biblia y establecer su propia verdad acerca del origen y propósito de la vida, de la moralidad, los valores y de la familia. Pero al desechar la Palabra de Dios el hombre ha perdido la capacidad de descubrir la verdad acerca de las cosas que realmente importan.   Cuando el hombre evalúa y juzga cualquier cosa de manera independiente a la Biblia todos sus veredictos son falsos. El juicio del hombre acerca de la evolución es falso, no importa cuanta “evidencia científica” presente. El juicio del hombre acerca de la homosexualidad es falso, no importa cuánta argumentación psicológica o biológica utilice. El juicio del hombre acerca del aborto es falso sin importar cuantas leyes que lo aprueben existan. La doctrina de la Sola Scriptura significa que no importa cuál sea nuestra opinión acerca de todos estos asuntos, si no es acorde a la Biblia estamos equivocados. Nuestros pensamientos son falsos. La Biblia es nuestra única regla infalible para entender todos estos asuntos.

Estos juicios son también llamados “todos justos”. Todos y cada uno de ellos son justos. No hay injusticia en ninguno de los veredictos de Dios. Toda la Escritura es verdadera y justa. Es un recurso completo y exhaustivo de la verdad y la justicia. El efecto implícito es que la Palabra produce en nosotros vidas justas. Si usted y yo evaluamos nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios, y escuchamos que ella juzgue nuestro andar y corrija nuestro rumbo, Dios producirá en nosotros una vida justa. La Palabra de Dios forma una justicia comprensiva sobre toda persona que rige su vida por ella (2 Tim. 3:16).

jueves, 24 de noviembre de 2011

El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre


En el versículo 9 del Salmo 19 David usa la palabra “temor” como un sinónimo de la Palabra de Dios. Esta palabra en el idioma de las Escrituras implica un sentimiento de asombro, terror, respeto y reverencia. Esta palabra habla del temor reverente a Dios que nos apremia a adorarlo. A veces nos cuesta un poco de trabajo entender o asimilar la idea de la Biblia de temer a Dios. Esta dificultad se agrava porque estamos sumergidos en medio de una cultura evangélica donde Dios es tratado y muchas veces es reducido a mi compañero, mi amigo, o al papito que cada vez que nos ve se sonríe y nos abraza y quiere jugar con nosotros un partidito de fútbol. Pero este reducido concepto de Dios es resultado de un pobre entendimiento de Su persona. Con esto yo no quiero negar que Dios sea nuestro amigo ni nuestro Padre, por supuesto que lo es. La Escritura usa esos términos para referirse a Dios en Su relación con los creyentes. Pero Dios es más que un padre terrenal y ciertamente es mucho más que un amigo y la iglesia evangélica de estos días parece estar olvidándolo, lo que es evidente por la notable trivialidad de las letras de la “música de adoración” contemporánea y la patente pérdida de solemnidad y reverencia en los servicios de adoración contemporáneos. Para muchos cristianos no hay diferencia entre reunirse con la iglesia e ir al centro comercial. Y muchas veces queremos acomodar esta realidad del temor a Dios a nuestra sociedad diciendo que temor sólo significa reverencia y respeto. Y si bien es cierto que la palabra incluye la idea de reverencia y respeto, va más allá. Temor habla de un verdadero asombro y terror generado por la persona de Dios.

No tenemos el espacio para ocuparnos de estos pasajes, pero les pido que lean las reacciones de Isaías y del apóstol Juan al contemplar la gloria de Dios (Is. 6:1-5; Ap. 1:9-20). O la reacción de Moisés cuando comprendió que el fuego en la zarza indicaba la presencia de Dios. Todos ellos cayeron postrados, deshechos, como muertos, llenos de asombro, terror y adoración producidos por la temible gloria de Dios. Todos ellos sintieron un verdadero terror al contemplar la gloria de Dios. Sólo en la medida que la persona de Dios genera en nosotros temor y asombro, hemos comprendido la verdadera gloria de Dios

Es en este contexto que podemos entender porque David llama a las Escrituras “el temor de Dios”. Porque las Escrituras nos muestran a Dios en toda Su gloria y majestad, y ver a Dios no puede generar otra respuesta más que temor santo. El “temor del Señor” es entonces sinónimo de una profunda adoración y asombro. La Escritura produce y rige nuestra adoración. Este libro es el manual de adoración. Aquí Dios revela cómo ser adorado. No podemos ni debemos adorar a Dios conforme a nuestro ingenio o imaginación. Jesucristo dijo que los verdaderos adoradores le adoran “en Espíritu y en verdad” (Jn. 4:23). La adoración es teológica. Contrario a lo que dicen algunos, la adoración no es producida por la música adecuada. La adoración no es producida tampoco por usar los instrumentos adecuados. La adoración es producida por un conocimiento de la verdad. La adoración es producida por un conocimiento de la persona de Dios en la persona de Jesucristo. Isaías y Juan rindieron una verdadera y genuina adoración cuando contemplaron a Dios. ¿Sabes? Nuestra adoración es tan profunda como profunda es nuestra comprensión de la gloria de Dios. A veces pretendemos los domingos adorar a Dios cuando nuestra mente ha estado desprovista de la Palabra de Dios durante toda la semana. Esta puede ser la razón por lo que nuestra adoración es seca y sin gozo, porque no tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón el combustible de la Palabra de Dios para que estos ardan de amor y gratitud y honra a Dios. Por otro lado, hay quienes se conforman con una adoración fingida y aplauden, alzan las manos, pero su adoración no es verdadera, ni profunda. Es sólo el furor del momento causado por una melodía ya sea movida o lenta. Pero la Escritura nos muestra el camino a la verdadera adoración: mientras más conoces a Dios más le adoras. No importa que cantes himnos, estribillos o alabanza contemporánea, tu corazón arde con tanta pasión por la gloria del Dios que has visto en las Escrituras.

David nos dice que el “temor de Dios” es “limpio”. La palabra hebrea traducida como “limpio” habla de la ausencia de impureza, inmundicia, profanación o imperfección. Esta palabra (hebreo tahowr) se utiliza en la misma Escritura para hablar de pureza en el sentido ceremonial (Lev. 10:10), de pureza física (Lev. 13:13) y moral (Job 17:9; Salmo 51:10). Pero quizás, al menos para mí, el uso que más ayuda a comprender el significado, es cuando se utiliza para referirse al oro puro (Ex. 25:16). David está diciendo que la Palabra de Dios es como el oro puro: es libre de cualquier contaminación, escoria o impureza. Es libre de pecado o corrupción. La Escritura no tiene error. La verdad contenida en ella es absolutamente sin mancha y sin error. La Escritura es limpia. Es según el Salmo 12:6, como la plata probada, refinada siete veces en el horno. Esta es una declaración de inerrancia.

El resultado de esta pureza es que la Palabra de Dios permanece por siempre. Esta Palabra permanece para siempre. El hombre es como la hierba, pero la Palabra de Dios permanece para siempre. La Escritura es eterna e inalterablemente perfecta (Marcos 13:31). Esta afirmación nos garantiza que la Biblia es permanente, que no cambia, y por lo tanto es relevante para toda persona en cualquier tiempo de la historia. Siempre ha sido, y siempre será suficiente. La Biblia no está pasada de moda. La Biblia no es, como dicen algunos, poco sofisticada para nuestra sociedad educada. Las Escrituras no necesitan ser actualizadas, editadas, refinadas o contextualizadas. En cualquier tiempo o cultura en que vivas es eternamente relevante. La Biblia no necesita nuestra ayuda en este respecto. Es pura, sin pecado, de inerrante verdad; es duradera. Es la revelación de Dios para cada generación. Cualquier cambio o modificación sólo podría introducir imperfección. 


miércoles, 23 de noviembre de 2011

El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos


El versículo 8 del Salmo nos da una cuarta característica de la total suficiencia de la Escritura. El mandamiento enfatiza la naturaleza no opcional de la Palabra. Un mandamiento no es una opción. La Biblia no es un libro de sugerencias. Contiene mandatos y sus mandamientos divinos son de autoridad y se tienen que cumplir. Aquellos que traten el mandamiento de Dios a la ligera se colocan en un peligro eterno. Aquellos que lo toman seriamente encuentran bendición eterna.

El escritor sagrado afirma que la Escritura es pura. La palabra “puro” pudiera traducirse mejor como “lúcido” o “claro”. La Biblia no es una Escritura mística, confusa o extraña. La Escritura es clara. La palabra de Dios no contiene un mensaje cifrado u oculto. La Palabra es una revelación. La Escritura revela la verdad que alumbra las cosas oscuras. Cierto, hay cosas en la Biblia que son difíciles de entender (2 Pedro 3:16). Sin embargo, la Biblia como un todo, es clara, no es un libro desconcertante. En este versículo tenemos enunciada la doctrina de la perspicuidad de la Escritura.

Esta verdad es trascendental en nuestros tiempos, cuando la tendencia de algunos en el evangelicalismo es afirmar que no podemos saber lo que la Escritura quiere decir, que esta no se puede entender. Pero Dios nos enseña que la Escritura sí se puede entender: es clara. No es un tratado confuso para los expertos teólogos de los seminarios. Los niños la pueden entender.

La Escritura, por su claridad absoluta, trae entendimiento donde hay ignorancia, orden donde hay confusión y luz donde hay oscuridad espiritual y moral. La Palabra de Dios claramente revela las verdades benditas y de esperanza del Evangelio.


jueves, 10 de noviembre de 2011

Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón


David añade una tercera declaración acerca de la suficiencia de la Escritura: “los mandamientos de Jehová son rectos”. Aquí, la palabra traducida como “mandamiento” (hebreo piqquwd) tiene el significado de precepto, estatuto o mandamiento. Precepto se puede definir como: 

1) Regla que establece un principio o 

2) Instrucción que se entiende como regla. 

La frase “los preceptos de Jehová” habla de principios. En este sentido, la Escritura es llamada “los preceptos de Dios” porque establece los principios divinos para la vida cristiana. Es nuestra guía de carácter y de conducta. Dios, que es nuestro creador, sabe cómo debemos vivir para poder ser productivos para Su gloria, y Él ha colocado en la Biblia cada principio que necesitamos para una vida piadosa.

Estos “preceptos de Dios” son “rectos”. Aquí, David utiliza el hebreo yashar. Esta palabra tiene el significado de derecho, plano, llano, adecuado, apropiado, correcto. En otras palabras, el significado es que la Escritura no es recta en el sentido de opuesto a incorrecta. Es un término hebreo que significa la dirección o el camino correcto. Establece un camino recto. Establece el camino a recorrer, por el cual debemos andar.

En esta época, esta es una confianza maravillosa. Mucha gente está angustiada o abatida porque les falta dirección y propósito. La mayoría busca respuestas de los recursos equivocados. La palabra establece ante nosotros la ruta. Dirige nuestra vida por el camino correcto, por el camino fructífero, por el camino verdadero.

El resultado de andar por el camino verdadero que la Biblia establece es alegría en el corazón. El gozo está ligado a la obediencia. El camino del gozo en la vida cristiana es la obediencia. Esto es porque la obediencia proporciona una conciencia limpia. La santidad limpia nuestra conciencia. La conciencia nos excusará, no nos acusará. La Palabra de Dios nos da los principios que establecen el camino correcto a seguir, y cuando andamos por ese camino el resultado es experimentar un gozo profundo y permanente.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo


David expande el alcance de la suficiencia de la Escritura: “el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (v. 7b). La palabra hebrea `eduwth que se traduce como testimonio o testigo (cf. Ex. 25:16) nos describe a la Escritura como un testigo divino. La Biblia es la auto-revelación de Dios. Es el testimonio que tenemos de Dios acerca de sí mismo. Cuando leemos la Escritura estamos escuchando el testimonio de Dios acerca de sí mismo. La Biblia nos dice de parte de Dios: “este es quién soy, esto es lo que pienso, esto es lo que hago, esto es lo que deseo, esto es lo que me agrada, estas son mis promesas, esta es mi naturaleza”. La Biblia es el testimonio fiel de Dios de quien es Él y lo que requiere de nosotros.

Además, se nos afirma que este testimonio es “fiel”. Esta palabra viene del hebrero 'aman que significa sostener, confirmar o ser fiel. Es utilizada en Gen. 42:20 para la acción de verificar una afirmación. En Ex. 28:59 y 1 Sam. 2:35 se utiliza para referirse a algo que es “permanente”, “duradero” y “firme”. En 2 Reyes 18:16 esta misma palabra es utilizada para referirse a los “quiciales” (al sostén) de una puerta. El autor inspirado por Dios nos está diciendo que la Palabra de Dios es un testimonio firme, inquebrantable e inamovible. Es un testimonio “seguro” (LBLA). La Escritura es segura en un mundo inseguro en su opinión. Es una verdadera y segura revelación de Dios acerca de sí mismo y de la realidad.

Al afirmar que la Palabra es un testimonio fiel, David también nos está diciendo que es un testimonio “digno de confianza” (NVI). Es algo a lo que le podemos dar crédito, en el que nos podemos apoyar y descansar, en el que podemos confiar que no nos va a engañar. Es una revelación segura de la verdad divina, una dirección segura en la vida cristiana. Es un fundamento seguro para recibir consuelo y un fundamento seguro para una esperanza eterna. Podemos estar seguros que la Palabra de Dios no nos va a fallar. La Biblia nos provee de un fundamento seguro en el cual podemos construir nuestras vidas con toda confianza.

Notemos que se nos hace la promesa de que cuando ponemos nuestra confianza y vivimos por el testimonio de la Escritura, ésta nos hace sabios. La palabra de Dios “hace sabio al sencillo”. La palabra traducida “sencillo” viene de una expresión que significa “una puerta abierta” en la que todo entra y todo sale. ¿Para qué sirven las puertas? Es un símbolo de discriminación. El simple no tiene criterio, no sabe qué dejar fuera y qué mantener dentro. Evoca la imagen de una persona ingenua que no sabe cuando cerrar su mente a enseñanzas falsas. No discierne, es ignorante y crédula. Pero la palabra de Dios lo hace “sabio” – uno que es hábil en el arte de la vida piadosa. Alguien sabio en los asuntos de la vida diaria es aquel que se somete a las Escrituras y sabe cuando aplicarlas a sus circunstancias.
Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7