La doctrina de la vocación de Lutero
Para entender completamente la doctrina de la vocación, uno debe
comenzar no con los Puritanos –quienes tendían ha convertir la doctrina de la
vocación en una ética laboral– sino con Lutero y con los Luteranos, desde los
compositores del Libro de Concordia
hasta los teólogos modernos tales como Billing y Gustaf Wingren. Va más o menos
así: Cuando oramos el Padre Nuestro, le pedimos a Dios que este día nos de
nuestro pan diario. Y Él lo hace. La manera en que Él nos da nuestro pan diario
es a través de las vocaciones de granjeros, molineros y panaderos. Podríamos
añadir conductores de camiones, empleados de fábricas, banqueros, encargados de
bodega y a la señorita en la caja registradora. Virtualmente cada paso de
nuestro sistema económico completo contribuye a esa pieza de pan tostado que
tomas en el desayuno. Y cuando agradeciste a Dios por la comida que Él proveyó,
tenías razón de hacerlo.
Dios pudo haber escogido crear nuevos seres humanos para poblar la
tierra sacándolos del polvo, así como lo hizo con el primer hombre. Pero en
lugar de ello, Él escogió crear nueva vida –la cual, aunque común y corriente,
no es menos milagrosa– por medio de madres y padres, esposos y esposas, las
vocaciones de la familia.
Dios nos protege a través de las vocaciones del gobierno terrenal, tal
y como se detalla en Romanos 13. Él da sus dones de sanidad usualmente no a
través de milagros continuos (aunque pudiera) sino por medio de las vocaciones
médicas. Él proclama Su Palabra por medio de pastores humanos. Él enseña por medio
de maestros. Él crea obras de belleza y significado por medio de artistas
humanos, a quienes les ha dado talentos particulares.
Muchos tratados de la doctrina de la vocación enfatizan lo que hacemos,
o lo que se supone debemos hacer, en nuestros varios llamados. Esto es parte de
ello, así como lo son los varios aspectos que delineé arriba; pero para
comprender la magnitud de esta enseñanza es esencial entender primero el
sentido en el cual la vocación es la obra de Dios.
Dios está ordeñando las vacas a través de la vocación del lechero, dijo
Lutero. Según Lutero, la vocación es una “máscara de Dios” (2). Él está oculto
en la vocación. Vemos al lechero, o al granjero, o al doctor o pastor o
artista. Pero acechando detrás de la máscara humana, Dios está genuinamente
presente y activo en lo que ellos hacen por nosotros.
El sentido de Dios actuando en la vocación es característicamente luterano
en la manera en que enfatiza que Dios obra a través de medios físicos. Lutero y
sus seguidores enfatizaron cómo Dios ha escogido otorgar sus dones espirituales
por medio de Su Palabra (tinta en el papel, las ondas sonoras emanando desde el
púlpito) y los Sacramentos (agua, pan y vino). Y Él otorga Sus dones terrenales
por medio de las vocaciones humanas.
Con mayor amplitud, en términos con los que la gente Reformada se puede
relacionar, la vocación es parte de la providencia de Dios. Dios está
involucrado íntimamente en el gobierno de Su creación en cada detalle y Su
actividad en la labor humana es una manifestación de cómo Él ejercita Su
cuidado providencial.
Para el cristiano, consciente de su vocación como la máscara de Dios,
toda la vida, incluso las facetas más mundanas de nuestra existencia, se
convierten en ocasiones para glorificar a Dios. Cada vez que alguien hace algo
por ti –te sirve el desayuno en un restaurant, limpia cuando te vas, construye
tu casa, predica un sermón– agradécele a Dios por los seres humanos que Dios
está utilizando para bendecirte y alábale por Sus dones no merecidos. ¿Saboreas
una comida? Glorifica a Dios por las manos que la prepararon. ¿Eres conmovido
por una obra de arte –una pieza de música, una novela, una película? Glorifica
a Dios quien le ha dado tales dones artísticos a los seres humanos.
Por
supuesto, el que la vocación es una máscara de Dios significa que Dios también
obra a través de ti, en tus diversos llamados. Que Dios está oculto en lo que
hacemos muchas veces está oscurecido por nuestros propios motivos pecaminosos y
egoístas. Pero eso no impide a Dios actuar.