lunes, 11 de noviembre de 2013

Se Requiere: Una Estrategia de Salida



Por Albert Mohler
17 de junio de 2005





Cuando la Convención Bautista del Sur se reúna en Nashville la próxima semana, el asunto de la educación pública estará de nuevo en el centro de una potencial controversia. Por segundo año consecutivo, se han propuesto resoluciones al Comité de Resoluciones de la denominación, llamando a los cristianos a reconsiderar su apoyo para el sistema nacional de escuelas públicas.

El año pasado, el General retirado de la Fuerza Área T. C. Pinckney y el abogado de Houston Bruce N. Shortt presentaron una resolución llamando a los Bautistas del Sur a remover a sus hijos de las “escuelas de gobierno”. Al explicar la resolución propuesta, Pinckney dijo que las escuelas públicas “de los Estados Unidos deben ahora ser oficialmente ateas”, añadiendo: “Esto equivale a una compartimentación artificial de la vida”. Pinckney, un líder conservativo influyente y antiguo vicepresidente de la denominación, urgió a la Convención a aprobar la resolución. “Creemos que es el tiempo para que los Bautistas del Sur tomen una postura bíblica en este asunto”, dijo.

El Comité de Resoluciones no estuvo de acuerdo, y devolvió las seis resoluciones relacionadas con la educación que habían sido sometidas para su consideración. Más tarde, Pinckney intentó tratar el asunto tomando la palabra durante la convención, pero falló en el intento de enmendar otra resolución para poder lograr el mismo punto esencial.

El paso de otro año ha traído cierto nivel de cambio. Este año, se han sometido al menos dos resoluciones que tratan con las escuelas públicas. La propuesta que ha atraído la mayoría de la atención pública fue sometida de nuevo por Bruce Shortt, en esta ocasión junto con el evangelista Voddie Baucham.

Esta resolución identifica el tema de la homosexualidad como el asunto crítico, señalando a las escuelas públicas como el contexto para el adoctrinamiento de los niños dirigido a la normalización del comportamiento y las relaciones homosexuales. El texto propuesto declara que “los activistas homosexuales dedican sustanciales recursos y están utilizando su influencia política para dar forma al currículum y a las reglas institucionales de las escuelas públicas para promover la aceptación de la homosexualidad entre los colegiales como un estilo de vida moralmente legítimo”.

El complicado texto eventualmente llama a la Convención a que urja a las iglesias a investigar las escuelas locales para poder determinar la extensión de la influencia homosexual para luego, en dado caso de encontrar material o involucramiento objetable, “se informe a los padres de este hecho para alentarlos a remover a sus hijos de las escuelas del distrito inmediatamente”.

La propuesta ya ha tenido un efecto polarizante dentro de la denominación. Algunos dudan en tratar el asunto del todo, mientras otros se están organizando para presionar que se trate la resolución, incluso si esto significa un esfuerzo tomando la palabra durante la convención. Durante los últimos días, ha emergido una coalición de organizaciones familiares, defensores de la educación en el hogar y organizaciones de políticas públicas como defensa del esfuerzo. Otros están determinados a prevenir que el asunto alcance el punto del debate público y de una controversia divisiva en la agenda de la convención. Detrás de todo esto está el temor de parte de algunos de que la resolución que cuestiona el sistema de escuelas públicas será vista como extrema y que asuste a algunos Bautistas del Sur. ¿Quién está en lo correcto?

En cierto sentido, ambos partidos tienen un punto a favor. Aquellos que temen que una resolución que llame a cuestionar las escuelas públicas sea vista como extrema tienen un argumento poderoso detrás de su preocupación. Después de todo, en el pasado los Bautistas del Sur han sido prestos defensores de las escuelas públicas, y miles de fieles Bautistas del Sur sirven como maestros de escuelas públicas, administradores y miembros de comités. Más allá de esto, cada año millones de familias Bautistas del Sur envían a sus hijos a las escuelas públicas. Una resolución que se perciba como opuesta a la mera idea de la educación pública ofenderá a muchos Bautistas del Sur activos, algunos de los cuales se rascarán la cabeza, asombrados de que la convención siquiera se aventure en este territorio.

Por otro lado, el impulso está claramente del lado de aquellos que presionan a favor de esta resolución. Cada semana aparecen nuevos reportes de atrocidades en las escuelas públicas. Abundan los programas radicales de educación sexual, los materiales de clase y planes de estudio ofensivos e ideologías hostiles a la verdad Cristiana. Estos reportes han dejado de ser anécdotas aisladas. Las fuerzas opuestas a lo que las iglesias y familias Bautistas del Sur creen dominan la arena de la escuela pública – especialmente al nivel nacional donde se hacen las políticas y se le da forma al futuro.

Por supuesto, se puede decir todavía más. La crisis en la educación de las escuelas públicas ha impulsado a algunos a reconsiderar la misma idea de educación pública. Ahora algunos argumentan que los padres cristianos no pueden enviar a sus hijos a las escuelas públicas sin cometer el pecado de entregar a sus hijos a un sistema pagano e impío. Alimentados por una agenda secularista e influenciados por una élite de burócratas y teóricos radicales de la educación, las escuelas de gobierno sirven ahora como una maquinaria para secularizar y radicalizar a los niños.

Una mirada al transfondo histórico es instructiva. El sistema de escuela pública americano ha sido controversial en varios puntos de nuestra historia nacional – pero nunca como ahora. El temprano involucramiento del gobierno en la educación fue parte del esfuerzo de una joven nación para crear una ciudadanía educada que fuera verdaderamente democrática. La educación no debía ser limitada a un grupo elitista de americanos ricos, sino que debía hacerse disponible para todos.

A principios del siglo veinte, entró en escena otro propósito. Amplias olas de inmigración, principalmente de Europa, trajo millones de familias irlandesas, italianas, alemanas y otras a América. Los líderes educacionales como John Dewey vieron a las escuelas públicas, comúnmente llamadas escuelas “comunes”, como el mecanismo para adoctrinar a los niños en una nueva fe democrática. Se borrarían las cosmovisiones y excentricidades de varios trasfondos éticos y nacionales y emergería una nueva amalgama de americanos. Dewey, el más influyente conformador de las escuelas públicas en América, entendió que el éxito de su esfuerzo requeriría que los niños sean liberados de los prejuicios y valores de sus padres.

En su libro titulado Una Fe Común, Dewey abogó por una visión radicalmente secular para las escuelas públicas y la amplia cultura pública. Su concepto de una fe humanista, desprovista de todo clamor sobrenatural, de doctrinas y autoridades teológicas, remplazaría al Cristianismo como la cosmovisión dominante que le diera forma a la cultura. “Aquí están todos los elementos para una fe religiosa que no esté confinada a una secta, clase o raza”, proclamó. “Tal fe ha sido siempre la fe común de la humanidad. Radica en nosotros hacerla explícita y militante”.

Ha tomado más tiempo del que Dewey esperó, pero esta fe secularista ciertamente es ahora explícita y militante. Por supuesto, esto no es igualmente cierto en todos los lugares y en todas las escuelas públicas. Como regla general, en las escuelas de áreas rurales, con el control político local más concentrado en las manos de los padres, los efectos de esta revolución educativa son menos evidentes. En algunos sistemas escolares, la mayoría de los maestros, administradores y estudiantes comparten una visión que al menos es amigable hacia el Cristianismo y los valores morales conservadores.

En otros lugares, la situación es marcadamente diferente. En muchos distritos escolares metropolitanos, las escuelas se han vuelto verdaderas máquinas para el adoctrinamiento de los jóvenes. Este proceso de adoctrinamiento influye, no solamente  en los aspectos más reconocidos de la educación sexual radical y en la así llamada “educación sobre la salud”, sino también en otros aspectos de los planes de estudio. Al menos de que algo revolucionario revierta estas tendencias, esta es la forma del futuro.

Con el creciente control del sistema de escuela pública en las manos de las cortes, burócratas educativos, las escuelas de educación universitarias y los poderosos sindicatos de maestros, se ven muy pocas esperanzas para una corrección. Los mandatos federales, requisitos de acreditación, las demandas de los sindicatos y la influencia de la élite educativa representan una fuerza combinada que es mucho más grande que la influencia localizada de muchos comités escolares, para no mencionar a los padres. Aquellos que dudan de los compromisos radicales de grupos tales como la Asociación de Educación Nacional deberían simplemente dar una mirada a las declaraciones públicas, posiciones políticas e iniciativas de dicha organización.

La debacle del sistema de educación pública es una tragedia nacional. Un análisis honesto de la historia de la educación pública en América deberá reconocer el éxito de la visión de la escuela común en derribar las barreras étnicas, económicas y raciales. Las escuelas han traído a cientos de millones de niños americanos dentro de una democracia de ciudadanía común. Trágicamente, esa visión fue desplazada por un intento ideológico de imponer una cosmovisión radicalmente secular.

¿Cómo van a responder los Bautistas del Sur? Ni siquiera sabemos si algunas de las resoluciones relacionadas con la educación llegarán a tomar la palabra en la convención. Como antiguo presidente del Comité de Resoluciones, entiendo y respeto la responsabilidad asignada al comité. Su cargo es recomendar a la convención aquellas resoluciones que considere las más urgentes, más importantes y más representativas del interés común de la denominación. Dicho comité cumple una función esencial, asegurándose de que la convención mire cuidadosamente a cualquier iniciativa, incluso cuando cada Bautista del Sur tiene una oportunidad de proponer una declaración. Los mensajeros que asistan a la convención en Nashville recibirán el reporte del comité el martes. Las recomendaciones del comité serán consideradas durante la sesión de negocios del miércoles.

Pase lo que pase en Nashville, este asunto no se desvanecerá. No tenemos razones para creer que el próximo año no traerá preocupaciones más urgentes relacionadas con la educación pública. ¿Qué significará esto?

Creo que ahora es el tiempo para que los Bautistas del Sur responsables desarrollen una estrategia de salida de las escuelas públicas. Esta estrategia afirmará la responsabilidad básica y última de los padres cristianos de hacerse cargo de la educación de sus propios hijos. La estrategia afirmará también la responsabilidad de las iglesias para equipar a los padres, apoyar a las familias y ofrecer alternativas. Al mismo tiempo, esta estrategia deberá reconocer que las iglesias, familias y padres Bautistas del Sur no ven aun las mismas realidades, las mismas amenazas y los mismos retos en cada contexto. Tristemente, esto es ciertamente una cuestión de tiempo.

La Convención Bautista del Sur es un cuerpo deliberativo, y ciertamente deliberará en Nashville. Hay mucho trabajo por hacer, muchos reportes por entregar y muchos asuntos por confrontar. Esta denominación ha madurado grandemente en las décadas recientes, entendiendo las demandas de los tiempos y la urgencia de los temas que confrontamos. Estoy convencido que los Bautistas del Sur encontrarán el camino hacia un entendimiento común del reto de las escuelas públicas. La única pregunta es cuando.

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Artículo traducido de www.AlbertMohler.com

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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7