martes, 20 de agosto de 2013

Jesús nuestro sumo sacerdote

Entonces el Señor me dijo: Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, mi corazón no estaría con este pueblo; échalos de mi presencia, y que se vayan. (Jeremías 15:1) 

Sabemos que Moisés y Samuel fueron hombres de fe, pues de ellos la Escritura da el testimonio de que tuvieron una vida caracterizada por la obediencia y la fidelidad a la Palabra de Dios. Sin embargo, a causa de su pecado, ni siquiera ellos tienen lo que se necesita para intervenir a nuestro favor ante la presencia de Dios. Nuestro pecado hace también inefectivo cualquier intervención de su parte. Nuestra salvación requiere mucho más que el ruego solícito de cualquier hombre, por justo que éste haya sido. 

¿Qué esperanza nos queda si ni siquiera ellos pueden presentarse ante Dios a nuestro favor? ¡Gracias damos a Dios por Cristo, porque Él es nuestra esperanza verdadera! Él intercede por nosotros como nuestro gran Sumo Sacerdote: 

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. (Hebreos 2:14-16) 

Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre] a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. (Hebreos 7:15). 

Jesús es nuestro sumo sacerdote sin pecado. Acerquémonos a Dios por medio de Él. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7