lunes, 25 de enero de 2010

Nuestra ayuda idónea

Esta mañana leía el texto de Génesis 1 y 2. En particular, quiero meditar en los siguientes versículos:

"Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara... Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea. Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre. Y el hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a toda bestia del campo, mas para Adán no se encontró una ayuda que fuera idónea para él. Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" Génesis 2: 15, 18-24

Con estos versículos, soy confrontado a examinar mis pensamientos y sentimientos hacia mi esposa. ¿Alguna vez he pensado de mi matrimonio como un impedimento para tener una mejor relación con Dios, o para servir mejor a Dios?

La Palabra de Dios me confronta para entender que por la soberanía de Dios, estoy casado con mi esposa porque ella es mi ayuda idónea. Ella es mi ayuda idónea para buscar una mejor y creciente relación con Dios. Ella es mi ayuda idónea para servir a Dios. Ella es mi ayuda idónea para vivir una vida que glorifica a Dios. Si quiero vivir una vida que glorifica a Dios, tengo que adorar, servir, obedecer y buscar a Dios con al lado de mi esposa como una sola carne.

¿En verdad siento el asombro, emoción y pasión que manifiesta Adán al ver por primera vez a su esposa? ¿Cómo habrán sido esos felices días de matrimonio, en su relación entre ellos y con Dios, en esos días en el que el pecado no había entrado en la tierra?

Dios, te ruego que, mientras tu providencia no nos separe mediante la muerte, permitas y obres para que mi esposa y yo podamos adorarte y servir, el uno al otro y a la iglesia, siendo una sola carne. Para nuestro gozo y para tu gloria. Amén.

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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7