viernes, 2 de julio de 2010

Gracias, Señor, por recordarme que voy a morir

No, no se alarmen.... No estoy en la fase terminal de alguna enfermedad incurable.... Al menos hoy no. Sin embargo, eso no cambia esta importante realidad: cada día envejezco más y me acerco a mi tumba. Este refrescante golpe de realidad nos es proporcionado de una poética y hermosa manera por el libro de Eclesiastés, específicamente el capítulo 12:

1Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer; 2antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia; 3el día cuando tiemblen los guardas de la casa y los fuertes se encorven, las que muelen estén ociosas porque son pocas, y se nublen los que miran por las ventanas... 6Acuérdate de El antes que se rompa el hilo de plata, se quiebre el cuenco de oro, se rompa el cántaro junto a la fuente, y se haga pedazos la rueda junto al pozo; 7entonces volverá el polvo a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio. 8Vanidad de vanidades, dice el Predicador, todo es vanidad... 13La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona. 14Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo. (La Biblia de las Américas).

Este texto nos recuerda el hecho de que vamos a envejecer, que habrá días difíciles de fatiga, de complicaciones en la salud por la edad. Más aún, nos recuerda que algún día habremos de morir, para pasar a la presencia de Dios, donde seremos juzgados por Él. Y acerca de esto, ¿qué nos dice el pasaje de como debemos vivir a la luz de esta realidad? El texto nos invita a que cada día sea un día que tengamos esta verdad presente. A que cada día, sobre todo en nuestra juventud, nos acordemos de nuestro Señor y Creador, es decir; que lo tengamos presente en cada aspecto de nuestras vidas. Que debemos vivir una vida de santo temor a Dios, guardando Su Palabra.

¿Qué mejor recordatorio de mi debilidad que éste? Sin duda, cada día lo debemos vivir como si fuera nuestro último día... siempre delante del Señor. Gracias, Señor, por recordarme que voy a morir....


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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7