martes, 17 de agosto de 2010

El hombre como fue originalmente creado

Cuando la Biblia habla acerca del hombre, nos enseña cuál fue su primer estado original, según Dios lo creó antes de la caída. Los teólogos por años lo han resumido diciendo que el hombre fue creado en perfecto conocimiento, justicia y santidad. El hombre era perfecto en su condición espiritual. Los teólogos de Westminster escribieron lo siguiente:

Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creó al hombre, varón y hembra, con alma racional e inmortal, dotados de conocimiento, rectitud y santidad verdadera, a la imagen de Dios, teniendo la ley de Dios escrita en su corazón, y capacitados para cumplirla.

Confesión de Fe de Westminster, Capítulo IV-B.

Notemos el hecho de que el hombre estaba capacitado para cumplir la ley de Dios. Aun más, dice la antigua confesión que el ser humano tenía la ley de Dios escrita en su corazón. ¿Que implica esto acerca de la condición del ser humano en su posición original? C. S. Lewis nos ayuda a profundizar en esta idea de la siguiente manera:

Ahora bien, el hombre paradisíaco elegía siempre cumplir la voluntad de Dios. Al seguir la dirección de esa voluntad divina, el hombre paradisíaco estaba satisfaciendo también su propio deseo. Y esto por dos razones: porque todos los actos que se le exigían eran, de hecho, agradables a sus puras inclinaciones; y también porque servir a Dios constituía el placer más exquisito, placer sin el cual todos los demás placeres habrían resultado insípidos. La pregunta de si "¿Estoy haciendo esto por amor de Dios o porque da la casualidad de que me gusta?" no surgía entonces, porque el hacer cosas por amor de Dios era casualmente lo que más le gustaba al hombre. Su voluntad, orientada hacia Dios, cabalgaba dulcemente sobre su felicidad, como se cabalga sobre un caballo bien amansado.... El placer era entonces una ofrenda agradable a Dios, porque ofrecer algo constituía un placer.

C. S. Lewis, El Problema del Sufrimiento, capítulo VI.

Considero ésta descripción profundamente esclarecedora y a la vez, una verdad que confronta la condición de mi corazón. Para el hombre en su estado original, hacer la voluntad de Dios era su gozo, su deleite, su placer. Sin lugar a dudas que eso es una parte de lo que significa tener escrita la ley de Dios en el corazón.

Por cierto que ésta perfecta y dichosa condición contrasta gravemente con la condición del ser humano caído, tal como la he comprobado por experiencia propia. Puedo notar en mí la condición de un corazón rebelde ante la voluntad de Dios. De aquí podemos profundizar mucho más acerca del significado de la caída y de lo que la redención en Cristo produce en nosotros.


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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7