miércoles, 25 de agosto de 2010

Jesucristo es mejor

Hebreos 1:4-14

4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. 5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? 6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. 7 Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. 8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. 9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. 10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, 12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán. 13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

El autor de Hebreos ha probado la preeminencia del evangelio por sobre la ley, al demostrar la preeminencia del Señor Jesucristo por encima de los profetas. Ahora procede a demostrar que Jesús es muy superior no solamente a los profetas, sino también a los mismos ángeles.

Los ángeles ocupaban un lugar especial en la enseñanza judía: La ley no fue solamente entregada por medio de hombres, sino que había sido entregada y ordenada por medio de ángeles (Gálatas 3:19). Los ángeles estuvieron presentes en la entrega de la ley. Los ángeles también fueron usados para llevar la revelación de Dios a los profetas.

Para los judíos, los ángeles eran seres gloriosos, de mayor excelencia que los hombres. La Escritura siempre los representa como las más excelentes de las criaturas de Dios y no conocián de ningún ser, sino solamente Dios, que sea mayor que los ángeles. Por lo tanto, si la ley había sido ordenada por medio de ángeles, a ésta se le debería dar gran estima.

Pero el evangelio es más glorioso que la ley, porque éste nos fue dado por medio de Jesucristo, quien es más grande y excelente que los ángeles. El autor nos hace entender esta verdad al comparar entre Jesucristo y los ángeles, tanto en naturaleza como en oficio, probando que Cristo es bastamente superior a los mismos ángeles. Tenemos cinco razones para creerlo:

I. Jesucristo es receptor de una mayor dignidad, habiendo heredado un nombre más excelente (v. 4, 5).

El texto “hecho… superior” no indica que Jesús es una criatura como los ángeles. El original bien se podría leer “siendo … superior”.

La Escritura declara la superioridad del nombre y de la naturaleza de Cristo sobre los ángeles. El autor cita varios pasajes del AT, cosas que fueron dichas sobre Cristo y que nunca fueron dichas sobre los ángeles.

De Cristo se dice “Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy” (cf. Salmo 2:7). Esto se puede entender refiriéndose al hecho que Cristo fue engendrado eternamente por el Padre o, a Su resurrección. O por el contexto del Salmo que el escritor cita, a la solemne inauguración de Su glorioso reino en su ascensión y toma de la diestra del Padre.

El autor cita el Salmo 2. Salmo que se leía en la coronación del rey de Israel. Esto se cumplió en Cristo en Su ascensión (cf. Efesios 1:18-21). Por lo tanto, por herencia, Cristo tiene una más excelente naturaleza y nombre que ellos. Nadie tiene mayor honor que Cristo.

Respecto a Cristo fue dicho “Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo” (cf. 2 Samuel 7:14). Esto muestra que Cristo tiene una relación con el Padre que nadie más tiene, ya que esto nunca fue dicho respecto de los ángeles.

II. Los ángeles le adoran (v. 6).

De Cristo se dice: “cuando [Dios] introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios”. Esto se puede entender ya sea referido a cuando Cristo fue traído al mundo, en la encarnación, o a cuando es llevado al mundo de arriba, en su ascensión, para entrar en Su reino.

Primogénito: Significa superior en estatus, preeminente. Observemos que los ángeles le adoran por decreto. Todos y cada uno de ellos. En Apocalipsis 5 los ángeles adoran diciendo: “El Cordero es digno”.

“Dios no sufrirá que un ángel continúe en el cielo sin estar en sujeción a Cristo y dándole adoración, y al final hará que todos los ángeles caídos y los hombres malvados confiesen su divino poder y autoridad y se postren delante de Él. Aquellos que no quieren que reine deberán ser traídos delante de Él y ser muertos delante de Él”.

III. Jesucristo es soberano, los ángeles son siervos de Dios (v. 7-9).

Dios dice de Cristo “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (cf. Salmo 45:6, 7). Cristo está en el trono. De los ángeles dice “El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego” (cf. Salmo 104:4). Haciendo esta comparación, aparece claramente la inmensa inferioridad de los ángeles respecto a Cristo. El oficio de los ángeles es ser ministros o siervos de Dios, para hacer Su voluntad. Los ángeles le sirven.

El pasaje citado, en cambio, afirma la divinidad de Jesucristo: “Tu trono, oh Dios”. Aquí una persona llama a otra persona “Dios”. Notemos que según el autor, Dios lo declara. Dios declara también la dignidad y dominio de Cristo: tiene un trono, un reino y un cetro. Tiene todo el gobierno, autoridad y poder de Dios. Dios declara también la duración eterna de su dominio y dignidad, fundamentado en la divinidad de Su persona.

Vemos también que Cristo administra con perfecta equidad. Tiene un “cetro de justicia”. El ha “amado la justicia, y aborrecido la maldad”.

Cristo es reconocido como: a) Dios mismo, b) Rey y soberano eterno, c) caracterizado por la justicia. d) El gozo es su posesión eterna.

IV. Es el Señor sobre la creación (v. 10-12).

Es Señor sobre todo lo que existe porque Él lo creó: “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos”. El Señor Jesús tiene derecho para gobernar el mundo, porque Él lo hizo en el principio. Él es antes de todas las cosas (Col. 1:17). Al decir que Cristo es creador de los cielos, dice que Cristo es el creador de los ángeles.

Cristo es inmutable e inmortal: “Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán”. La creación es mutable, toda creatura lo es.

Cristo está sobre la creación, la cual pasará. Es eterno. Es el creador. Es inmutable.

V. Es el Rey con el triunfo asegurado (v. 13).

Todos los enemigos de Cristo serán puestos bajos sus pies. Su triunfo sobre el mal y sobre el pecado es seguro. Él reinará.

Todas estas características nos ayudan a ver la superioridad de Cristo y Su gran gloria.


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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7