viernes, 9 de octubre de 2009

Mi vida está en las manos de Dios

En estos últimos días he tenido mis lecturas personales de la Biblia en el libro de Job. Confieso que para mí ha sido un libro complicado de entender. Es difícil no perderse en medio de todos los argumentos y las discusiones realizadas entre Job y sus amigos. Personalmente, algo de lo más difícil ha sido identificar cuándo los amigos de Job están equivocados (al parecer, la mayor parte del tiempo) y cuándo no lo están.

Por otro lado, Job por momentos habla con suma confianza y esperanza en la soberanía, justicia y bondad de Dios, mientras que en otras ocasiones parece que sus palabras reflejan una fuerte amargura producida por el gran sufrimiento que está pasando, pero sobre todo, porque en sus pensamientos no puede encontrar la razón por la cual el Señor le hace pasar por todo lo que está experimentando.

Con todo, en medio de mis lecturas de éste libro he encontrado y rescatado estos profundos pensamientos:

Vida y misericordia me has concedido, y tu cuidado ha guardado mi espíritu. (Job 11:12)

En su mano [de Dios] está la vida de todo ser viviente, y el aliento de toda carne de hombre. (Job 12:10)

El hombre, nacido de mujer, corto de días y lleno de turbaciones...sus días están determinados, el número de sus meses te es conocido, y has fijado sus límites para que no pueda pasarlos. (Job 14:1, 5)

En particular, el primero de estos versículos me hizo reflexionar en algunas verdades importantes. En ese momento me di cuenta que si en ese instante tenía vida, es porque Dios me la había concedido. Había abierto los ojos esa mañana, por la misericordia y gracia de Dios. Aun ahora, respiro y escribo estas palabras porque en Su voluntad ha decidido seguir sosteniendo mi espiritu. No pude evitar en esos momentos darle gracias a Dios porque también el sostiene y da vida a mi esposa y a toda mi familia.

También estos versículos me han hecho reflexionar un poco más en estos días. En las noticias, y con la gente que conocemos, oímos de epidemias de diferentes enfermedades. Muchas personas caen enfermas. A veces no puedo evitar sentir un poco (tal vez mucho) de ansiedad, cuando pienso en la posibilidad de enfermarme. Pero la Palabra de Dios me dice, a través de Job 11:12, que el Señor me sostiene y me guarda. Y me dice a través de Job 14:1, 5 que mis días están contados y que mi vida entera está en las manos de Dios. Estos pensamientos han traido tranquilidad a mi corazón, sobre todo cuando empiezo a pensar en la posibilidad de que yo, o mi esposa, o un ser querido se enferme.

En realidad, mientras más lo pienso, más asombroso me parece. Es asombro que yo pueda encontrar alivio para todos mis temores, en un libro en el que precisamente un siervo santo de Dios como Job pierde todo lo que tiene y cae postrado ante una terrible enfermedad. Al final de todo, entiendo que la Palabra de Dios no me está garantizando que nunca me enfermaré. O que nunca perderé mi empleo, o a mis seres queridos. Pero lo que sí me garantiza es que aún cuando todo esto llegara a suceder al mismo tiempo (como le sucedió a Job), de todos modos seguiría en las tiernas manos de mi Señor. El me estaría guardando y me estaría concediendo vida y misericordia.

Y esa, esa es la única garantía y esperanza que necesito.


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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7