miércoles, 2 de enero de 2013

Nuestro Llamado y la Gloria de Dios (Parte 4)


Los Cuatro Estados

Al vivir los cristianos sus vidas ordinarias, Dios les asigna ciertos prójimos para amar y los llama a múltiples esferas de servicio. Esto constituye las vocaciones del cristiano en el mundo.

Las vocaciones son múltiples. Lutero habló de los llamados de Dios en términos de tres instituciones que Dios ha establecido, junto con una cuarta esfera de la actividad humana. La doctrina de la vocación y la doctrina de los cuatro estados son temas que corren a lo largo de los escritos de Lutero. Un tratado particularmente sucinto se puede encontrar en las Confesiones de Lutero de 1528. Después de criticar el monasticismo, por el cual algunos pensaban que podían merecer la salvación, Lutero contrasta estas órdenes concebidos por el hombre con las órdenes concebidas por Dios mismo: “Pero las verdaderamente santas órdenes y fundamentos piadosos establecidos por Dios” escribe Lutero, “son estos tres: el oficio sacerdotal, la familia y el gobierno civil”. (6)

Todos aquellos que están involucrados en el oficio pastoral o el ministerio de la Palabra, están en una buena, honesta y santa estación, que es agradable a Dios, al predicar, administrar los Sacramentos, presidir sobre los fondos para los pobres y dirigir a otros siervos que asisten en tales labores. Todas estas son obras santas a la vista de Dios.

A esto Lutero le daría el término de estado de la iglesia.

De la misma manera, aquellos que son padres y madres, que gobiernan sus casas bien y que conciben hijos para el servicio de Dios también están en un estado verdaderamente santo, haciendo una obra santa, y miembros de un orden santo. De la misma forma cuando hijos o sirvientes son obedientes a sus padres o amos, esto también es verdadera santidad y aquellos que viven en tal estado son verdaderos santos sobre la tierra.

Éste es para Lutero el estado del hogar. Esto incluye por encima de todo la familia, que en sí misma contiene múltiples llamados: matrimonio, paternidad, infancia. Este estado involucra también la labor por la cual los hogares se sostienen. Lutero tenía en mente lo que se expresa en la palabra griega oikonomia, refiriéndose a “la administración y la regulación de los recursos del hogar” (7), el término del cual derivamos nuestra palabra economía. Por lo tanto, el estado del hogar incluye tanto las vocaciones familiares y las vocaciones del centro de trabajo.

Lutero combina la labor humana también con el tercer estado, el estado, el cual incluye, más generalmente, la sociedad y la cultura:

De manera similar príncipes y gobernantes, jueces, oficiales y cancilleres, siervos y doncellas, y cualquier otro criado, así como todos aquellos que prestan el servicio que es su deber, todos están en un estado de santidad y están viviendo vidas santas delante de Dios, porque éstos tres estados u órdenes están todos incluidos en la Palabra de Dios y mandamiento. Cualquier cosa que esté incluida en el orden de Dios debe ser santo, porque la Palabra de Dios es santa y santifica todo lo que toca y todo lo que incluye.

El catolicismo medieval exaltaba las órdenes religiosas y monásticas como el camino a la perfección espiritual. Al hacerlo, los votos clericales requeridos –tales como el del celibato y pobreza– en efecto denigraban los así llamados estilos de vida seculares del matrimonio, paternidad y actividad económica. Lutero, empero, audazmente revierte dicho paradigma. Padres, madres e hijos, siervos, doncellas, sirvientes y gobernantes –estos son los verdaderos ordenes santos.

Los cristianos absortos con sus familias, luchando por llegar al final de la quincena, viviendo sus vidas mundanas “están todos en un estado de santidad”, según Lutero, “viviendo vidas santas delante de Dios”.

Y entonces Lutero va más allá de los roles específicos que Dios nos ha dado para actuar en este mundo a un estado global:

Por encima de estos tres estados y órdenes está el orden común del amor cristiano, por el cual ministramos no sólo a aquellos de estos tres órdenes pero en general a toda aquel que está en necesidad, como cuando damos de comer al hambriento y damos de beber al sediento, perdonamos a nuestros enemigos, oramos por todos los hombre sobre la tierra, sufrimos toda clase de mal en nuestra vida terrenal, etc.

Aquí tenemos otra de las grandes frases de Lutero: “el orden común del amor Cristiano”. Este es el reino del Buen Samaritano. Personas de las tres órdenes se reúnen aquí, ministrando unos a otros y a “todo aquel que está en necesidad”.

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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7