jueves, 3 de octubre de 2013

Masculinidad Bíblica: Implicaciones Prácticas del Liderazgo (Apéndice)

Unas palabras finales para las mujeres


Antes de concluir, quisiera dirigir unas palabras hacia las mujeres. Aunque mi intención en este documento era hablar hacia los varones principalmente, espero que ustedes también hayan podido leerlo todo. Dado que el matrimonio consiste de la unión entre el hombre y la mujer, entonces para que el hogar y la familia prospere espiritualmente, es necesario que tanto el esposo como la esposa sigan el rol que les ha sido asignado por Dios. Es cierto, la responsabilidad es del varón y la iniciativa debe venir por parte él, pero un matrimonio que glorifica a Dios requiere la participación de ambos.

Creo yo que no me equivoco al asumir que todos deseamos un matrimonio maravilloso. Creo que es seguro decir que todos anhelamos cercanía, afecto, compañerismo e intimidad. Pero lo que he intentado decirles durante las últimas semanas, es que tal cosa será siempre un espejismo en el horizonte a no ser que en nuestros corazones resolvamos de una vez por todas, que la única manera en que dos pecadores pueden lograr tal bendición sobre la tierra es siguiendo el diseño que ha descendido a nosotros desde el cielo. 79

Tal diseño, en el caso del varón, es ser cabeza de la mujer, representando el papel de Cristo en relación con la Iglesia. En el caso de la mujer, el orden establecido por Dios es representar a la Iglesia en su relación con su Salvador. La instrucción del apóstol Pablo para las mujeres en este caso es:

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. (Efesios 5:22-24)  

En el diseño dado por Dios, la esposa debe estar sujeta a su marido en todo. La palabra que se utiliza para describir esta sujeción es sumisión. Y aquí es donde empezamos a confrontar la verdad de la Palabra de Dios con las mentiras y distorsiones de nuestra cultura.

En nuestra cultura, la sumisión no es vista como algo digno y honroso, sino como humillante, degradante y servil. Además, la sumisión se entiende como una respuesta forzada o impuesta a la mujer por medio de una actitud dominante, subyugante y grosera por parte del varón. En el mundo, se piensa de la sumisión como la actitud que alguien toma cuando menosprecia o no hace notar su propio valor, sus dones y capacidades. Este entendimiento de la sumisión no puede estar más alejado de la verdad bíblica.

Al discutir sobre la masculinidad bíblica, pudimos contemplar algunos destellos de la perspectiva bíblica de la sumisión por parte de la esposa. Vimos que la sumisión no degrada a la mujer, sino que la dignifica y le proporciona la debida honra a los ojos de su marido. La Biblia enseña acerca del amor entrañable de Dios hacia Su pueblo. Por lo tanto, ni el varón ni la mujer deben entender la sumisión de la esposa como algo que hace de ella un cero a la izquierda en la dirección del hogar. Más bien, es el bienestar de ella, su más grande bien; el que se persigue en el liderazgo del varón, por lo que la opinión de la esposa, su perspectiva de las cosas y sus sentimientos son de lo más importante a considerar dentro del ejercicio del liderazgo masculino.

Por otro lado, vimos también que la sumisión de la esposa no debe ser forzada o coaccionada por parte del esposo. En un sentido, Cristo compró la sumisión de la Iglesia y el precio que pagó fue Su propia sangre. Dios redimió para sí un pueblo que le sea fiel. La Palabra dice que “el amor de Cristo nos constriñe” (2 Corintios 5:14) y produce en nosotros una respuesta adecuada de amor y obediencia. Todo esto nos dice que la sumisión de la mujer no se logra a base de amenazas y por medio de un trato duro y despectivo, sino por medio de un amor sacrificial. Cuando la mujer se siente amada y protegida, cuando entiende que lo que su marido hace es en busca de su bienestar, la sumisión debería fluir de su corazón como una respuesta adecuada y que corresponde al amor de su esposo.

En pocas palabras, estamos diciendo que la sumisión por parte de la esposa es una actitud voluntaria del corazón. Es decir, la verdadera sumisión es una actitud interna, no externa.

La sumisión no es servil o forzada o amilanada… Él quiere que la sumisión de la Iglesia sea libre. Dispuesta, alegre, perfeccionadora y fortalecedora. 80

Por último, la sumisión no implica una total pasividad por parte de la esposa, sino un ejercer (guiado, conducido y liderado por el varón) de los dones y capacidades que Dios le ha dado en Su gracia.

Después de haber dicho lo anterior, podemos definir la sumisión de la esposa de la siguiente manera:

La sumisión es el llamado divino de una esposa a honrar y afirmar el liderazgo de su esposo y ayudar a que se lleve a cabo de acuerdo a los dones que ella tiene. 81

Esto significa que el propósito de la sumisión de la esposa es ayudar al marido a ejercer su liderazgo para la gloria de Dios. Esto tiene varias implicaciones para la mujer, que depende de si es soltera o casada. 

Primero, si es una mujer soltera, sepa que éste aspecto de la sumisión no aplica directamente para usted. Recuerde, Pablo le está hablando a las esposas. El llamado que la Escritura hace a esta clase de sumisión no significa que todas las mujeres cristianas se deben someter a todos los varones cristianos.

Sin embargo, al menos que esté convencida de que Dios le ha llamado a permanecer soltera para Su gloria, entonces debe contemplar que este es un llamado también para usted y que debe tener seriamente en consideración al momento de decir “sí, acepto” a un varón. 

Una de las principales preguntas que se debe rigurosamente hacer a sí misma en anticipación del matrimonio, en anticipación de unirse con un hombre en particular es: “¿Es éste el hombre a cuyo liderazgo estoy preparada para sujetarme por el resto de mi vida?” Tus amigos no pueden responder esta pregunta por ti. Un pastor no puede responder esa pregunta por ti. ¡La verdad del asunto es que ni siquiera tus padres pueden responder esa pregunta por ti! Quiero recordarles a todas, amadas, que este asunto de la sumisión es una sumisión voluntaria y auto-iniciada…
Esta es la pregunta decisiva que sólo ustedes deben responder, queridas hermanas: “¿Es éste el hombre cuyo liderazgo estoy preparada para sujetarme por el resto de mi vida?” Es decir, “Me gusta su apariencia”, “me gusta la cantidad de dinero que gana”, “a él le gusta salir, a mí me gusta salir, a él le gusta leer, a mí me gusta leer”, pero ¿puedo respetar como ser humano lo suficiente a este hombre para sujetarme a él por el resto de mis días? 
Esto puede aterrorizar a algunos de los varones que se encuentran en este lugar, pero nuestras hermanas necesitan escucharlo. Quiero recordarles hermanas que sólo porque a un hombre se le ha dado el oficio de liderar, y la autoridad para liderar, no significa que él inherentemente posee la habilidad para liderar, ya sea espiritual, intelectual o cualquier otra. A un hombre se le puede haber otorgado dicha autoridad, tal estación, pero él puede ser incompetente como un líder. “¿Es éste aquel a quien me quiero sujetar por el resto de mis días?” Me parece que esa sería la primera pregunta en mi lista.
Un antiguo puritano le dijo a las esposas cristianas: “Si vas a tener la administración del barco, asegúrate que no se coloque a un tonto en el timón”. Es como cuando el caballero medieval le dijo a Indiana Jones mientras éste contemplaba todos esos vasos, preguntándose cuál era el Santo Grial: “DEBES ESCOGER SABIAMENTE”. Porque las consecuencias de escoger pobremente son desastrosas.
Doug Wilson trata esta idea creo yo de una manera reveladora. Escuchen lo que él dice:
“La Biblia no requiere la sumisión de las mujeres hacia los hombres, sino más bien de una mujer a un hombre. La sumisión de una mujer a un hombre, lejos de hacerla sujeta a todos los demás hombres, la protege de cualquier obligación para con otro varón. Las mujeres no fueron creadas para responder y someterse simplemente a cualquiera, por lo que una mujer piadosa limitará su rango de opciones. Si ella entiende la Biblia, sabe que ha sido creada para depender y responder a un hombre. Ahora bien, mientras más Dios ha hecho por ella y le ha dado a ella, más selectiva ella debe ser. Mientras más excelente sea una mujer, más selectiva ella debe ser…
Una mujer piadosa no disminuirá sus estándares. Casarse con un hombre que carece de la fortaleza intelectual o espiritual para ser el líder del hogar está simplemente buscando problemas. A Abigail no le fue bien con Nabal”.
Vayan a casa y lean esta tarde esa historia. Mientras más dones tenga una mujer, más estrecho es su enfoque. Ella necesita limitar su rango de opciones. Puede que no les guste, pero es un consejo sobremanera práctico, amados. 82

Si la sumisión es una actitud voluntaria, entonces toda mujer que está contemplando el matrimonio debiera preguntarse si su pretendiente es la clase de varón a la que está dispuesta a someterse voluntariamente.

Para las mujeres casadas, debido a que la sumisión es una actitud del corazón, es importante la manera en que procuran ayudar a su marido a ejercer el liderazgo:

Ustedes no pueden exigir que sus esposos asuman el liderazgo. Exigir se contradice con aquello que usted anhela. Es impropio. Si usted se convierte en la que exige, él no es el líder… Tiene que provenir del interior de él traído por la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios. 
Por lo tanto, en lugar de exigir: 1) Ore de todo corazón por él para que Dios le haga tomar conciencia de su verdadera hombría. 2) Cuando no esté cansada ni enojada, pídale que le dé un momento para hablar de los deseos de su corazón. Cuando exprese sus anhelos, hágalo sin que suene como un ultimátum y con un sentido de esperanza fundamentada en Dios, no en el hombre. Exprese aprecio y honra por cualquier modo en que él muestre su liderazgo. 83

Por último, el llamado a la sumisión no es un llamado que dependa de si el esposo es un buen líder o no. Así como el varón tiene el llamado de amar a su esposa a pesar de sus imperfecciones, a lo cual no puede renunciar; la mujer también es llamada a sujetarse a su marido a pesar de sus carencias como cabeza del hogar.

¿Por qué una esposa cristiana debería someterse a su esposo? Porque el hecho es que algunas esposas son por mucho más inteligentes que sus esposos. Algunas de las esposas aquí son infinitamente más talentosas que sus esposos. Algunas de las esposas aquí son mucho más bíblicamente informadas y espiritualmente sensibles que sus esposos. Algunas de las esposas aquí poseen habilidades para el liderazgo de manera más instintiva que sus esposos…
Así que eso clama por la pregunta, hermanos: ¿Por qué una esposa cristiana se debe someter a su marido? La motivación más enorme y significativa de todas, queridas hermanas, ¡es la motivación que viene de entender que esta es una expresión de obediencia a su salvador!
Una de las escenas más maravillosas y conmovedoras en esta vida es observar a una mujer de dones infinitamente más grandes responder humildemente al liderazgo de un marido claramente inferior y hacerlo de una forma que no es condescendiente, ni amargada ni manipuladora. ¡Tal cosa es tan distintivamente cristiana! Verán, es reflejar a Jesucristo mismo, quien consideró Su igualdad con Dios no como algo que pudiera explotarse a costa de otras personas, sino que tomó el rol del sumiso. Es ahí, mis amigos, que la sumisión se ve en su despliegue más bello y sublime. Y saben, cada vez que una mujer cristiana multi-talentosa emula a su Salvador respondiendo en sumisión a un marido sobremanera promedio, nos encontramos en la contemplación de una escena que es casi tan bella. 
La sumisión de parte de la esposa cristiana es motivada por una fidelidad última a Jesucristo y queridos amigos, por favor entiendan que cualquier forma de hablar sobre la sumisión que esté divorciada de éste énfasis es hacer un llamado a un tipo de sumisión que es algo menos que cristiana. 84

Hermanas, recuerden que el propósito último del matrimonio es para la gloria de Dios, por lo que la motivación correcta para la sumisión es el deseo de desplegar la gloria de Dios en el evangelio, y no la calidad de liderazgo de su esposo. Y por ello, la sumisión también se puede vivir sólo conservando el evangelio de Jesucristo en el centro de todo:

Él [Cristo], quien posee igual dignidad con el Padre, pero que en sumisión a Él se hizo a Sí mismo como nada, es el ejemplo perfecto para la esposa cristiana. Jesús es siempre el modelo y la motivación… Es esto, al menos en parte, lo que define a un matrimonio como distintivamente cristiano. 85

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79. Arturo Azurdia. “Husbands: The Romance Of Jesus Christ – Part 4”. Sermón de la serie “The Holy Responsibility Of The Christian Family”. Descargable en spiritempoweredpreaching.com

80. John Piper. Pacto matrimonial: Perspectiva temporal y eterna (Wheaton, E.U.A: Tyndale Español), pg. 70.

81. Ibíd., pg. 77.

82. Arturo Azurdia. “Wives: The Response Of The Church – Part 4”. Sermón de la serie “The Holy Responsibility Of The Christian Family”. Descargable en spiritempoweredpreaching.com

83. John Piper. Pacto matrimonial: Perspectiva temporal y eterna (Wheaton, E.U.A: Tyndale Español), pg. 80

84. Arturo Azurdia. “Wives: The Response Of The Church – Part 2”. Sermón de la serie “The Holy Responsibility Of The Christian Family”. Descargable en spiritempoweredpreaching.com

85. Arturo Azurdia. “Wives: The Response Of The Church – Part 1”. Sermón de la serie “The Holy Responsibility Of The Christian Family”. Descargable en spiritempoweredpreaching.com


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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7