miércoles, 12 de mayo de 2010

Jesús es el hombre que venció toda tentación (Parte Final)

LA TERCERA TENTACIÓN – ¿QUIÉN MERECE LA GLORIA (MATEO 4:8-11)

Sin duda alguna, esta se puede considerar como la tentación más atrevida de las tres, pues va acompañada de una gran mentira. Satanás lleva a Jesús a un monte muy alto, le muestra los reinos del mundo y su gloria, y como si fueran suyos, se los ofrece a cambio de que el Señor se postre y lo adore.

Ciertamente, la Palabra habla de Satanás como el dios de este siglo y de este mundo. Pero lo dice, no porque Satanás sea el dueño de todos los reinos, sino por que la humanidad entera está entregada al pecado, siguiendo la corriente establecida por el diablo, esclavizados al pecado, y cegados por Satanás.

Pero con todo, este mundo sigue siendo de nuestro Dios y Rey, Él sigue gobernando muy por encima de Satanás y los gobernantes de la tierra, y son sus propósitos y sólo los de Él los que se cumplen en cada vida y en cada lugar, sin que ninguno de ellos sea frustrado.

Aquí vemos que se cumple una vez más lo que Jesús dijo del diablo: que es mentiroso, y padre de mentira. Satanás quiso tentar a nuestro Señor a que amara y deseara los reinos de este mundo más que a Su Padre, que dejara de satisfacerse en la relación que tenía con Él, de tal manera que cambiara al merecedor de toda la gloria, la honra y la adoración, por aquel que no la merece.

Creo que es irónico que Satanás tentara a Jesús con algo que ya era de Él. Sin embargo, y en cierta forma, lo mismo hizo con Adán y Eva. Satanás apeló a la formación de orgullo y vanidad en sus corazones: “sabe Dios que el día que comáis de él… seréis como Dios… Y vio la mujer que el árbol era… árbol codiciable para alcanzar la sabiduría”.

Es triste que Adán y Eva cambiaran la verdad por la mentira, pues fueron tentados a codiciar algo, que en cierta forma, ya poseían. Ellos fueron creados a imagen de Dios, de tal manera que tenían todos aquellos atributos comunicables de Dios: personalidad, amor, inteligencia, pero se engañaron al pensar que podían llegar a ser iguales a su creador. A ellos se les había dado el dominio de la tierra, para que la trabajen y la cuiden, y sin embargo desearon más. Ellos tenían la fuente de toda sabiduría: la misma Palabra de Dios, pudiendo escucharla en la presencia misma de Dios, y sin embargo codiciaron pensando que el árbol era bueno para alcanzar sabiduría…. Cambiaron a Dios, el único que merece toda la gloria, la honra y la adoración, y colocaron al hombre como el objeto de la adoración.



Pero Jesús rechazó a Satanás, declarando la verdad suprema y eterna, del único y sublime propósito para el cual todo, incluyendo al hombre, fue creado: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”. Cuan glorioso es Jesucristo, que venció toda tentación, convirtiéndose para nosotros en el segundo Adán, y en el primogénito del verdadero Israel.

LO QUE JESUCRISTO LOGRÓ PARA NOSOTROS AL VENCER A SATANÁS

A veces, cuando leemos este pasaje, fallamos en ver lo glorioso que Jesucristo se muestra a nosotros al vencer toda tentación. Muchas veces pensamos que la obra de nuestra salvación sólo implicó el sufrimiento y muerte de Cristo en la cruz. Pero la Escritura nos enseña que la obra de salvación iba más allá de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Podemos aprender que, al vencer toda tentación:

I. Jesús proveyó de una justicia perfecta, cumpliendo todas las demandas de Dios:

12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Romanos 5:12, 18, 18

II. Jesús logró presentarse al Padre como el sacrificio perfecto.

La vida y muerte de Jesucristo constituyen ese sacrificio glorioso y único, por medio del cual todos nuestros pecados son perdonados, limpiados y lavados. Lo que en tiempos antiguos la sangre de corderos y otros animales no podían hacer, fue en Jesucristo realizado de manera suprema y gloriosa. Lo que los sacerdotes de la religión judía no tenían, perfección para presentar al pueblo de Israel delante de Dios, Jesucristo sí lo tuvo.

8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; 10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. Hebreos 5:8

26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; Hebreos 7:26

23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos. Hebreos 9:23-28.

III. Jesús se nos muestra como el ejemplo de una obediencia perfecta.

IV. Jesús se ha convertido en nuestro abogado perfecto.

1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1

Sólo Cristo puede presentarse al Padre para abogar por nosotros. Nadie más.

Isaías 1:18 - si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

CONCLUSIONES


Todos nosotros necesitamos de la justicia de Cristo que sólo se puede recibir por la fe. Así como Adán y el pueblo de Israel fallaron en una obediencia perfecta a la voluntad de Dios, nosotros también fallamos. ¿Quién de nosotros puede decir que ama a Dios con todo su corazón, mente y fuerzas? Es necesario recibir por fe la justicia de Cristo, para que puedas pasar por el fuego del juicio de Dios.

He aquí en qué consiste la grandeza y gloria del sacrificio del Señor Jesucristo: No hay pecado u ofensa a Dios que sea tan grande, que no pueda ser lavada y limpiada por la preciosa sangre de Jesucristo (Isaías 1:18).

Creyente: vive delante del señor como lavado en la preciosa sangre de Jesucristo (1 Pedro 1:18-19) Sigue el ejemplo de Cristo, recuerda que Él conoce tu condición, y te comprende perfectamente (Heb. 2:18).

Si has pecado, recuerda que Cristo está en la presencia del Padre, como tu abogado.

NUNCA DEBEMOS PONER NUESTRA CONFIANZA EN NUESTRA JUSTICIA, NI EN NUESTRO DESEMPEÑO.

EN NUESTRA SALVACIÓN SE CUMPLE AQUELLOS DICHOS DE LA REFORMA: SOLO CRISTO, SOLO A EL LA GLORIA

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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7