viernes, 30 de abril de 2010

Bendiciones de la justificación

Esta entrada es continuación de la entrada del lunes 26 de abril, en el que traté, en la medida de mis capacidades, hablar sobre la justificación que recibimos por fe. Ahora, me gustaría tratar sobre las bendiciones de la justificación, o para decirlo más claramente, las bendiciones que el ser justificados nos trae. Para ello usaremos el texto de Romanos 5.
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Tenemos paz para con Dios
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Podemos maravillarnos y gozarnos de la primera bendición que la justificación nos trae: "tenemos paz para con Dios" (v. 1). Es decir, hemos sido restaurados a una correcta relación con Dios. Dios ya no está airado con nosotros. ¿Puedes sentir el peso de estas palabras? Dios ya no está airado contigo, "tenemos paz para con Dios" y eso es una bendición presente.
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Antes, estábamos en guerra, pero ahora, ya no somos enemigos de Dios sino hemos sido "reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo" (v. 10). Estas palabras destacan la actitud del favor de Dios hacia nosotros. Hemos sido reconciliados, y en lugar de ira, tenemos Su gracia. En lugar de condenación, tenemos aceptación y adopción como hijos. En lugar de la maldición de la Ley, tenemos la bendición de un Padre. En lugar de ser aborrecedores de Dios, ahora amamos a Dios, porque Él nos amó primero.
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Tenemos esperanza
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Tenemos "esperanza de la gloria de Dios". Es decir, tenemos la esperanza de que algún día Cristo volverá en toda Su gloria y nos admitirá en Su reino, en la misma presencia de Dios donde contemplaremos Su gloria por toda la eternidad.
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Esta esperanza, esta seguridad del amor de Dios sobre nosotros, nos ayuda a ver nuestras tribulaciones de manera diferente. Ahora podemos entender que nuestros sufrimientos son una bendición y son para nuestro bien: "Y no solo esto, sino también nos gloriamos en las tribulaciones" (v. 3).
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Tenemos esperanza, porque sabemos que Dios está haciendo algo muy especial con nosotros: está formando en nosotros el carácter de la preciosa persona de nuestro Salvador Jesucristo (Romanos 8:28-30).
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En conclusión, sabemos que en nuestra vida habrán prolemas y tribulación, pero estas no son señales de que Dios no nos ama, sino de todo lo contrario. Somos más que vencedores.
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Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios. Hebreos 6:7